Emprender con éxito: plan de viabilidad

El plan de viabilidad es una herramienta inicial que nos ayuda a tomar decisiones para saber si nuestra idea, nuestro proyecto, o una nueva línea de negocio o producto tiene posibilidades de sobrevivir en el tiempo, al menos más allá de los cinco primeros años.

viabilidad

En un principio no se trata de pormenorizar en los números, tratando de llegar al último céntimo. El plan de viabilidad sirve para saber si tendremos éxito o no. A partir de este plan de viabilidad, desarrollaremos una fase mucho más detallada.

Como todo plan, requiere una toma de datos iniciales. Es decir, necesitamos saber dónde estamos para encontrar el camino que nos lleve a hacer realidad nuestro proyecto. El plan de viabilidad es un mapa general.

Parto de la idea de que cuando tenemos que acometer este tipo de proyectos ya tenemos el conocimiento previo para llevarlo a cabo. Si quiero hacer puenting debería tener los conocimientos básicos antes de saltar, no voy a atarme la cuerda de una persiana y saltar a ver qué pasa. Con los negocios pasa igual, a la hora de emprender debemos saber cuál es nuestro talento, qué ideas podemos desarrollar a partir de éste, cómo vamos a hacerlas realidad y si necesitamos una formación extra. Es importante acometerlo desde la humildad, no nos creamos más listos de los que lo intentaron antes o de la competencia.

Una vez que sabemos que somos capaces de llevarlo a cabo es fundamental contrastar nuestro proyecto con la realidad que nos rodea, no vamos a vender arena en el desierto.

  • Primera parte:
    • Declaración de la misión: ¿de qué trata el negocio?
    • Análisis de mercado, propio y externo.
    • ¿Quién es mi competencia?
    • ¿Tengo marca en el sector o parto de cero?
    • ¿Cuál es mi valor diferencial?
    • ¿Qué demanda existe realmente?
    • ¿A qué segmento me voy a dirigir?
    • ¿Cómo lo voy a comercializar?
  • Segunda parte:
    • ¿Sólo o con socios? ¿Quién hace qué?
    • Financiación.
    • Capacidad de retorno de la inversión. Flujo de caja.
    • Estructura organizativa. ¿Quién es el líder?
    • Plazos temporales.
    • Pulmón financiero extra.
    • Creación de marca y publicidad.
  • Tercera parte:
    • La gran ecuación: Beneficios o Pérdidas = Ingresos – Gastos.

Podemos profundizar en nuestro plan de viabilidad hasta donde queremos, a mayor detalle menos riesgos. Aunque, no debemos olvidar que necesitamos tomar la decisión fundamental: llevarlo a cabo o no.

No olvides que es mejor estudiar para un examen (plan de viabilidad), que presentarnos a ver si tenemos suerte.

Las metas del camino de la vida

Nos pasamos la vida queriendo alcanzar las metas que nos prometen la felicidad: aquel magnífico coche, la casa de tus sueños, el trabajo más reconocido, el amor de tu vida…

guille-basket-blog

La foto que acompaña a este post se la hizo César Pérez Díaz a mi hijo Guillermo (el de la camiseta verde), entrando a canasta en un partido de basket. La foto me encantó, recoge un instante de esfuerzo, de ilusión, de belleza en ese salto buscando el aro. La verdad es que no recuerdo si entró o no el balón, tampoco era la final del campeonato, ni la canasta fundamental del partido. A veces, vivimos tan obsesionados con el resultado que nos perdemos el juego. Tan obsesionados con las metas que nos perdemos la vida.

Quizás, deberíamos pararnos a reflexionar si las metas alcanzadas nos han proporcionado estatus social y nada de felicidad (o al menos no la suficiente para justificar el esfuerzo).

Si todo lo que hemos perdido en el camino justifica nuestra tristeza y desamparo, o solo forma parte del aprendizaje vital por el que todos debemos pasar.

Es muy difícil enfrentarte a la realidad de cada día, sobre todo cuando no te gusta, cuando no tienes ilusión, aunque debemos tener absolutamente claro que sin andar el camino no llegaremos a ningún sitio. No podemos quedarnos sentados esperando a ver que pasa, esperando que alguien venga a rescatarnos, buscando la píldora de la felicidad.

Hay que moverse, hay que recorrer el camino. Un día lo haremos cantando al sol y otro con la cabeza agachada bajo el chaparrón de nuestras propias lágrimas, aún así hay que seguir andando.

Nos han educado para pensar que nos hará felices obtener aquello para lo que tanto esfuerzo hemos empleado. Y nos pasamos la vida buscando la felicidad en las metas, olvidándonos de disfrutar del camino.

Dice Jorge Bucay en su libro «El camino de la Felicidad»:  si vives pensando cómo deberían estar siendo las cosas para poder disfrutarlas, entonces no hay conexión con lo real y sin ello no hay una verdadera vida. Vivimos frustrados por no tener aquello que queremos (generalmente porque lo tiene el vecino y yo no) y de esta forma nos perdemos lo importante de la vida, que es disfrutar de cada instante, de cada entrada a canasta.

Emprender con éxito: la gran ecuación

En anteriores entradas escribía sobre la importancia que tiene pensar en quién va a ser nuestro cliente antes de emprender. Igualmente importante es tener muy claro en nuestra mente cuáles son los número «gordos» (no hay que llegar al céntimo) que necesitamos conocer para saber si nuestro negocio va a ser rentable o no.

la-gran-ecuacion-escrita

Otros conceptos básicos con los que deberíamos estar familiarizados son: costes fijos, costes variables, umbral de rentabilidad, margen de contribución,….

Como esto no es una clase financiera ni contable vamos a ir a lo que realmente nos importa: los clientes. Sin clientes no hay ingresos y sin ingresos no hay negocio, obvio (que diría mi hijo Gonzalo). Aún conociendo esta realidad, nos empeñamos en abrir tiendas, restaurantes, bares… sin tener claro quiénes van a ser nuestros clientes y sin salir a buscarlos; esperanzados en que por arte de magia aparecerán por nuestra puerta.

Pues antes de pensar en el mobiliario, en los colores de las paredes, las redes sociales y un largo etcétera muy importante, tenemos que hacer las cuentas de lo que vamos a gastar (con la precaución de incrementar un 30% de margen de seguridad, hazme caso) y cuánto necesitamos ingresar para empezar a ganar dinero.

Emprender no es fácil, mantenerse tampoco, de los beneficios a las pérdidas se pasa casi sin darnos cuenta. No te arruinas de un día para otro, se produce a través de un goteo incesante, te desangras dentro de una bañera de agua caliente y cuando quieres acordar es demasiado tarde. Por eso, debemos tener muy claro que la proporción entre Ingresos y Gastos nos llevará a cosechar el éxito que deseamos, a obtener beneficios.

En la parte de los gastos es muy importante diferenciar aquellos que son fijos, es decir, los que tenemos que pagar sí o sí, independientemente de vender o no (alquiler del local), de los gastos variables (los que van en proporción al volumen del negocio). Por mucho que queramos reducir los gastos de nuestro negocio, manteniendo un margen de calidad, llegará un punto en que no podamos bajarlos más. Si aún así, sigues teniendo problemas para mantener el punto de equilibrio de tu negocio, si sigues sin cosechar beneficios, tu problema está en la parte de los ingresos y si no ingresas lo debido es que no tienes suficientes clientes.

No te lances a emprender sin tener absolutamente claros los número de tu proyecto. Establece tus márgenes de seguridad frente a incidencias y revisa con frecuencia los datos.

Y como siempre te digo: hazlo todo por escrito.

Emprender con éxito: mejorar cada día

Si la semana pasada hablaba de la importancia de pensar en quién va ser nuestro cliente antes de lanzarnos a emprender, hoy quiero incidir en lo importante que es mejorar cada día nuestro proyecto. No vale rendirse en el primer revés, ni en el segundo, ni en el tercero…

atrapado-en-el-tiempo-original-1142

Pensaba en la película «El día de la marmota» donde repite Bill Murray el mismo día, mañana tras mañana, al menos aparentemente.

A veces, nos enfrentamos a la sensación del día de la marmota, repitiendo una y otra vez nuestros rituales, sin emoción, mecánicamente, yendo a trabajar sin ilusión. Pero si contemplamos esta película con otra mirada nos daremos cuenta de que para conseguir sus objetivos (primero menos nobles y luego los realmente importantes) el protagonista, todos los días, intenta mejorar algún aspecto de su vida.

Y es que, al final, competimos contra nosotros mismos y sería fenomenal que nos diéramos cuenta de que es así. No nos sirve compararnos con los demás porque somos seres únicos y extraordinarios, por eso nuestro cometido debería ser mejorarnos, a nivel personal y profesional. Tomar clases, pedir consejos, investigar, leer libros o revistas que nos aporten información para el proyecto de negocio o vida que estemos desarrollando.

Cuando hablo de emprender no me refiero solo a un negocio, se trata también de nuestra vida, de querer ser mejor que mi yo de ayer; no es lo mismo que querer parecernos al famoso de turno o al vecino del quinto. Además, al mejorar yo también lo hace mi entorno, lo que se convierte primero en un círculo y luego en una espiral positiva a nuestro alrededor.

Claro que para mejorarnos debemos conocernos, hablar con nuestro interior, saber el punto de partida y el destino. Igual ocurre con nuestro proyecto: ¿en qué punto está? ¿dónde lo quiero llevar? ¿en qué soy bueno? ¿cuál es mi talento? ¿cuáles son mis habilidades? ¿dónde puedo encontrar las mejores ideas?

Desde luego, todo proyecto debe reflejarse en un plan por escrito con las acciones que tenemos que llevar a cabo y con los números básicos necesarios. Este plan tiene que ser nuestra Biblia y susceptible de mejora continua, es decir, no vale con escribirlo y guardarlo en un cajón. Nuestro plan, nuestro proyecto, está vivo y necesita alimentarse cada día con nuevos datos, conocimientos y sensaciones. Hay que perseverar, seguir mejorándolo.

Mañana cuando me levante, y agradezca a Dios un nuevo amanecer, querré ser mejor de lo que he sido hoy.¿Te animas a hacerlo tú también? Seguro que sí.

 

 

 

Emprender con éxito: paso 1

A la hora de emprender debemos analizar muchos factores. Para mí, el principal punto a tener en cuenta es saber quien va a ser mi cliente, a quién le voy a vender. Si no vendo, no ingreso y si no ingreso, no como. Sí, he dicho vender, no que me compren. No es lo mismo ni de lejos.

pesca-en-lago-1142

Lo primero que deberíamos pensar (a parte de tener identificado nuestro talento y generar ideas) es a quién le vamos a vender nuestro producto o servicio. Podemos tener ideas maravillosas que solo nos gusten a nosotros y que, por tanto, no se las consigamos vender a nadie, entonces adiós negocio, dinero, tiempo y lo que es peor ilusión.

El número uno de los trece errores a la hora de emprender, que comenta Azucena Fraile, es el de creer que tu idea es infalible y lanzarte a emprender sin más.

Ya hemos visto en otros artículos que podemos y debemos generar ideas para emprender y desarrollarnos en la vida (no solo hablo de trabajo), partiendo de nuestro talento. Pero cuando montamos una empresa o un comercio guiados solo por nuestro corazón y por la maravillosa idea que se nos ha ocurrido podemos estrellarnos con facilidad y tener que aguantar a más de uno decirnos, con gesto torcido, la maravillosa frase de «esto ya lo sabía yo, mira que te lo dije».Aunque solo sea para no darle el gustazo a los capullos que piensan así vamos a medir muy bien todo aquello que acometemos.

Pongamos como ejemplo abrir una tienda de artículos de pesca, (actividad a la que debería ser aficionado, porque sino no se entendería que abriera una tienda de algo sobre lo que no tengo ni idea).

Al margen de la inversión en material, búsqueda de proveedores, local y una larga lista de detalles, vamos a centrarnos en nuestro posible cliente. Lo primero será saber cuántos clientes potenciales hay. ¿De dónde puedo sacar la información? Por regla general los aficionados a algún deporte o actividad se suelen agrupar en peñas o asociaciones así que de aquí puedo obtener estos datos.

Una vez conocido el potencial número de clientes que puedo tener, estaría bien saber quien va a ser mi competencia y no sólo a nivel local, también provincial o comarcal, sin olvidar Internet (hace años que mi amigo Koke compra material de China por esta vía).

Una vez controlados estos aspectos también debería saber cuándo le interesa a mi posible cliente comprar, porque a lo mejor se me ocurre abrir en horario de comercio y mis potenciales clientes prefieren comprar los sábados o los domingos antes de salir de pesca y resulta que el resto de los días no vendo un anzuelo.

Y claro, también me tengo que posicionar en la mente de mis posibles clientes haciéndome un hueco para que me tengan presente a la hora de comprar material, lo que me obligará a presentarme a las peñas y asociaciones, patrocinar concursos de pesca y a frecuentar los lugares donde se reúnen. Se hace también imprescindible usar las redes sociales y, por supuesto, disponer una página web donde pueda vender lo mismo que tengo en la tienda a todo el mundo; estamos en un mercado globalizado que no entiende de horario comercial.

Esto es como correr una maratón sin entrenar. ¿A quién se le ocurre montar un negocio sin pensar en el cliente?

 

La sangre convertida en euros llega al río

Escribía en este blog hace unas semanas sobre una familia que se enfrentaba a la herencia dejada por su padre, encabezada por un negocio de restauración. Aunque intenté convencer a la familia de que debían mantener la calma y asegurar la supervivencia del negocio ajustando de forma paralela los diferentes roles de los hijos/as y cuñados/as, me ha sido imposible. La sangre ha llegado al río.

bar-de-sangre-1142

En su negocio de toda la vida se han instalado lo que yo llamo «pájaros negros»: una especie de buitres invisibles que esperan la caída del negocio. Se perciben por el ambiente de malestar general, de falta de alegría, algo que hace que los clientes no entren y si lo hacen no estén a gusto. Discusiones y gritos entre hermanos, malos modos con los clientes, los camareros te lo cuchichean todo…. Vamos, un desastre que termina mantando el negocio.

El hijo mayor, que no es el más capacitado, se ha autonombrado jefe absoluto y trata con punta de látigo al resto de la familia y a los trabajadores. La madre, viuda desconsolada, no es capaz de poner orden y los euros desaparecen de la caja sin dejar rastro.

Mi amigo, tercero de los hermanos, ya ha decido que se va y se monta por su cuenta. Dos de los empleados más veteranos, el cocinero y un camarero, se fueron hace poco, ya no aguantaban más.

El negocio a la mierda y la familia también, la sangre convertida en euros.

Me resulta doloroso y me causa un profundo sentimiento de impotencia. Sé las herramientas que hay que utilizar, conozco personalmente desde hace muchos años a los miembros de la familia y no he podido hacer nada por evitarlo. Ésto, tan frecuente en las empresas familiares,  no es un cáncer terminal, tiene cura. Solo se necesita escuchar al otro, negociar y llegar a acuerdos.

A veces nos creemos inmortales, que lo que le pasa al vecino no nos ocurrirá a nosotros, que alcanzaremos el éxito sin apenas esfuerzo y que nuestros negocios durarán toda la vida.

Cuando vivimos sometidos a la dictadura del día a día nos olvidamos de planificar y de prever la sucesión en nuestras empresas o comercios. Intentamos preservar la familia sin fundamentos, sin cuidar de sus raíces, pensando que lo natural es que nos llevemos bien, cuando en realidad parece justo lo contrario.

No hay mayor ejemplo de liderazgo que el de un padre y una madre. Lo difícil es ser capaz de llevar ese liderazgo de la familia a la empresa y viceversa, sin olvidar que el liderazgo se ejerce a diario, se enseña dando ejemplo y se cultiva siempre.

Sin duda, el esfuerzo merece la pena. Es mucho más doloroso ver la sangre convertida en euros.

Generar ideas para emprender.

¿A quién no se le ha ocurrido una idea maravillosa en la ducha? Necesitamos nuestros momentos de concentración (o desconcentración, según se mire) para poder acceder a nuestras mejores ideas. Otras veces no somos capaces de tener ninguna idea fantástica que nos ilumine el camino a seguir y nos encomendamos a todos los santos para conseguirla.

ideas para emprender

Generar ideas de manera consciente creo que no es fácil, si bien es cierto que muchas veces se nos ocurren de manera inconsciente, no provocada, mientras paseamos, vemos un escaparate, leemos un libro, al ojear una revista o charlando con un amigo. Descubrimos ideas que, aunque no sean de aplicación directa, sabemos que podemos aprovecharlas para nuestro negocio o proyecto.

Lo primero que necesitamos para encontrar ideas es ponernos en modo búsqueda. Desear encontrar una solución a nuestro problema, ese deseo es el que nos activa a buscar de manera consciente y subconsciente la respuesta necesaria.

Si además las ideas que quieres generar son para emprender o para darle un cambio a tu empresa deberías tener en cuenta cuáles son tus habilidades, qué se te da bien, y programarte para conseguir ese momento mágico de descubrir ideas brillantes.

Mi primer coche era de un precioso color plateado. Cuando lo saqué del concesionario, encantado del modelo y del color, empecé a ver más coches iguales. Nunca había visto tantos. Igual me ocurrió cuando salí a pasear con mi hijo recién nacido en su cochecito de bebé, había un montón de familias paseando a sus bebés.

Y es que la mente nos muestra aquello en lo que estamos inmersos, lo que no nos interesa no lo muestra, de ahí la importancia de que programemos a nuestro cerebro para que nos busque la información que necesitamos. Si te levantas escuchando las noticias ¿qué te mostrará tu cerebro el resto del día, lo bien que está todo?

Un deseo genera en nosotros una imagen mental que nos traslada a como sería nuestra vida si lo consiguiéramos, por tanto, nos genera una serie de emociones y sentimientos que debemos encauzar positivamente para aprovechar todo nuestro potencial en la búsqueda del deseo ansiado.

Aunque también debemos ser realistas. Por mucho que quiera no voy a ser campeón del mundo de Moto GP como Marc Márquez, no tengo ni edad ni talento para ello. Por tanto, debo enfocar mis deseos en aquellos objetivos que pueda conseguir utilizando y desarrollando mis habilidades, incluso adquiriendo nuevas; dentro de mi realidad ampliada, es decir, fuera de la tan nombrada zona de confort.

Debemos enunciar nuestro deseo en positivo, no vale el decirnos «no quiero fracasar» es mucho mejor «quiero triunfar». Por supuesto, necesitamos establecer un tiempo para conseguirlo y esforzarnos para lograrlo.

La vida no es gratis y eso es estupendo, siempre es más gratificante el éxito cuando nos cuesta alcanzarlo.

 

 

Hijos míos: la vida es así… o no.

Estoy leyendo «El camino del encuentro», un libro de Jorge Bucay que me prestó mi querida amiga Gloria. Entre otras cosas, tiene dedicado un capítulo a los hijos y en éste dice: …yo no puedo asegurarle (a mi hijo) que si estudia una carrera y es un trabajador honesto, va a poder comer todos los días. Y él lo sabe. El mundo es incierto para nuestros hijos. No es nuestra culpa pero es así.

hijos-mios-1142

Total, que me ha venido a la cabeza que aquello que sirvió para educarme no va a servir para educar a mis hijos. Pensaba que si alguno de mis niños (tengo dos maravillosos hijos) me dijera: «papá, de mayor quiero ser piloto de avión de pasajeros» tendría que contestarle que no puede serlo porque los dos son miopes, y claro… Aunque también he pensado que lo mismo dentro de 10 años da igual porque los aviones se pilotarán desde una sala, con un ordenador y no hará falta piloto a bordo.

En fin, que es un lío esto de tener que anticiparse al futuro para saber cómo orientar a los hijos, sobre todo si pensamos en términos comerciales. Es decir, para que se puedan comprar una casa, un coche, un barco y tengan vidas maravillosas llenas de objetos inútiles y de vacíos emocionales; contribuyendo a la construcción de muros sociales que tapen la vista de las miserias de otras vidas.

Me voy a decidir a seguir inculcándoles los valores que entiendo deben tener: el esfuerzo para alcanzar las metas, el amor hacia ellos mismos y hacia los demás (sobre todo a los más débiles), tener los ojos siempre abiertos para descubrir las maravillas del mundo que nos rodea y que la vida no es un cuento de hadas sino más bien un combate de boxeo.

El resto se lo dejaré a ellos, sin olvidar que debería como padre ser capaz de ayudarles a encontrar sus talentos para que los desarrollen en su vida y sean lo más felices posible, haciendo de este mundo un lugar mejor del que encontraron.

¿Y qué pasa con lo de ganar dinero? (mucho, claro). Mi amigo Tomás dice: el dinero ni se crea ni se destruye, simplemente cambia de manos. Yo añado: para ganar mucho dinero y comprar muchas cosas tengo que invertir mucho tiempo. El tiempo (el mío y el tuyo) se destruye a cada segundo, ya no lo recuperaremos jamás.

Así que, hijos míos: merece la pena llenar la vida de experiencias, no de objetos, y no valoréis a nadie por lo que tiene ni por quien es en la sociedad. A las personas hay que valorarlas por como son. Aquí también tenemos que seleccionar con quién invertimos nuestro tiempo.

 

Selección de personal versus escoba en el patio

Me contaba María Teresa, mujer trabajadora de más de 50 años y única fuente de ingresos de su familia (vamos, un pedazo de mujer), que en su primera entrevista de trabajo, siendo muy jovencita, tuvo que atravesar el patio de una fábrica de dulces camino de la oficina. En esos pasos, sin advertir que la observaban desde un piso superior, encontró una escoba tirada en el suelo. Sin más pensamiento que el ponerla de pie junto a la pared se agachó y la recogió. Ese simple detalle le valió para que la contratasen, era el método que tenían los propietarios para hacer la selección de personal.

chica-despachando-1142

En esto de los mil y un sistemas para redactar currículums atractivos, con colores como si fueran vitaminas energizantes, con amplios desgloses de trayectorias impecables y de los másteres y menesteres realizados, se olvida mencionar que habría que poner si el protagonista del mismo es capaz de agacharse a recoger una escoba, un papel, o algo fuera de su sitio. He oído a más de uno y de una decir: «esa no es mi función».

Quizás es que a las empresas se les olvida anotar, cuando demandan una persona para un puesto de trabajo, que los candidatos deberían ser capaces de agacharse a coger una escoba que esté tirada en el suelo.

Hay currículums llenos de actitudes con muy pocas aptitudes y también lo contrarío, personas extraordinarias dispuestas a dejarse la piel en su trabajo, a agacharse para recoger la escoba. Que complicado es que tengan una oportunidad, que se les escuche, que se les pruebe.

¿Acaso es malo buscar trabajo ofreciendo tus manos, tu honradez y tu esfuerzo? Quizás lo sea no haber podido estudiar porque no tenías medios o porque te equivocaste y dejaste de hacerlo. Que fácilmente se pone la etiqueta de fracasado, de que ya es mayor, de que es mejor contratar gente joven por poco dinero y que tienen muchos títulos.

Insisto: estos jóvenes cargados de títulos, ¿se agacharán a coger la escoba? o serán de los de «a mí esto no me corresponde». ¿Con qué criterio seleccionamos?

Estado civil: fracasado

En esta sociedad moderna, digital e inmediata, en la que etiquetamos todo y a todos, con nuestras fachadas de vidas espectaculares, cimentadas con estructuras de cartón que se caen estrepitosamente al suelo con el primer soplo de infortunio, tener un fracaso se asocia directamente con ser un fracasado. Los éxitos se miden por la cuenta corriente, el tamaño del coche, de la casa y el supuesto número de amigos que nos hace ser tan populares.

avion-fracasado-1142

Y es que tendemos a compararnos siempre con los demás, sonriendo a la mala suerte del vecino, envidiando al supuesto triunfador, en esa regla de medir los éxitos sin medir la felicidad.

Perder tu negocio, que te despidan, divorciarte,…, te hace entrar en el club del fracasado de manera inmediata por aquellos que deberían encontrar la viga en su ojo antes que rebuscar la paja en el tuyo. Forma parte de nuestra partida en el juego de la sociedad.

El problema de verdad comienza cuando nosotros mismos nos medimos en esa regla del éxito y del fracaso, nos comparamos y se nos ocurre pensar que, efectivamente, somos unos fracasados, que hemos perdido nuestra oportunidad.

Me pregunto si el hombre más rápido del mundo, Usain Bolt, compite contra los demás o lo hace contra sí mismo, porque no es lo mismo querer superar al otro que proponerme superar mis propias limitaciones a base de trabajo, de esfuerzo y, por supuesto, queriéndome mucho.

En esta vida, larga y a la vez muy corta, no me puedo permitir el lujo de perder mi tiempo arrastrando el letrero que me haya puesto la sociedad, me da igual que sea el de fracasado o el de triunfador pues nada es eterno, todo es cíclico, y por supuesto nadie fracasa en todo ni triunfa en todo. Por tanto, tengo que definirme a mi mismo sabiendo quien soy, que soy y para que estoy en este mundo, todas las circunstancias pasadas me han convertido en lo que soy hoy.

Kant decía que el hombre (o la mujer) tiene sed de poder, de bienes materiales y de honores. Todo esto es de cara a la galería, para que nos envidien los demás. Estoy convencido que menos es más, menos posesiones es más libertad, menos miedos. Hay que aprender a disfrutar de las cosas pequeñas, de la naturaleza, del maravilloso mundo que nos rodea y que nos pasa desapercibido, de las personas que nos quieren por como somos, no por lo que tenemos.

No creo que estemos en este mundo para pasar por él sin más, tenemos que descubrir cuál es nuestra misión y dejar nuestra huella haciendo de éste un lugar mejor del que encontramos.