Empresa familiar: la sangre convertida en euros

billete 5 euros 1142

Hace unos días me llamó mi amigo Juan (nombre ficticio) para que le echara una mano con su empresa familiar convertida en un auténtico infierno. Después de un rato charlando le tuve que decir: «la empresa no es tuya, era de tu padre hasta que falleció el mes pasado y de ahí el follón que tenéis».

Esto de los protocolos familiares, asesores y consejos de administración está muy bien para las grandes empresas o incluso medianas, pero cómo pones orden en un pequeño negocio de hostelería (vaya, un bar de toda la vida que sirve también menús y raciones) donde se mezclan hermanos, hermanas, cuñados, cuñadas, algún que otro sobrino y más de un gilipollas (con perdón).

Poco después de esta Semana Santa, de éxito en el bar de mi amigo, me senté con su padre para charlar un rato, como había hecho antes tantas veces. Me dijo que sabía que estaba muy fastidiado con su cáncer y que no le quedaba mucho de vida, a lo que respondí que nunca se sabe, que la suerte también influye y todas estas cosas que decimos en estos casos. También le dije, con verdadera intención de ayudar y temeroso del futuro, que era imprescindible que pusiera orden en la familia y por extensión en el negocio, a lo que me respondió: «cuando me muera ya se organizaran ellos». Pues, querido amigo, se ha formado un lío bastante serio que no sé donde terminará.

Y es que poner orden cuando todo es un caos es una tarea muy complicada, requiriendo en primer lugar que todos los implicados en éste quieran colaborar, o al menos conseguir que una parte importante lo haga.

He tratado de convencerlos de que la sangre, la familia, está por encima de los euros y que bastante tiene su madre con haber perdido a su marido como para contemplar a sus hijos peleándose para ver quien manda. Aunque me temo que este camino está complicado pues fue su propio padre quien los puso a trabajar de camareros y de cocineros (chicos y chicas) sin considerar que también eran hijos y hermanos.

Lo primero que he hecho es pedirles calma, colaboración y les he reforzado mi imparcialidad. Además, les entregué un folio a cada uno con tres simples preguntas cuya respuesta (espero que absolutamente sincera) me guardaré de momento hasta que ellos me autoricen a ponerlas en común:

  1. ¿Quieres trabajar aquí? ¿Por qué?
  2. Si tu respuesta es afirmativa ¿de qué quieres trabajar? ¿Por qué?
  3. ¿Qué sueldo crees que deberías tener? ¿Por qué?

Cuando la sangre se ha convertido en euros es mejor intentar ordenar por la parte del dinero (las penas con pan son menos) redibujando la estructura del negocio, los puestos necesarios, los responsables,…, y pedirle a Dios que siga entrando dinero en el cajón, porque como encima las ventas no acompañen el negocio dura tres días y la familia…¿familia?

Ya os iré contando.

 

 

 

Construir tu sueño, dominar la mente.

chica soñadora 1142

Leía hace poco en «El Elemento», de Sir Ken Robinson: «…si no ves la posibilidad de que un sueño se haga realidad, es probable que tampoco veas los pasos necesarios que tienes que dar para conseguirlo.»

Para ser capaz de crear nuestros sueños tenemos, lógicamente, que imaginarlos. Si lo que nos viene a la cabeza son las situaciones negativas por las que pasamos, o la sensación de que no somos capaces de conseguirlo, o que ya somos mayores para soñar, lo más probable es que nos invada una profunda tristeza y la desesperanza. Lo peor de todo esto es que al final somos nosotros los creadores de nuestros pensamientos y, por tanto, de nuestros sueños o frustraciones.

También hay que ser realistas en aquello que queremos lograr, teniendo claro que ser realista no es ser pesimista.

Así que lo primero en nuestra lista de tareas para conseguir un sueño será poner a nuestra mente a trabajar para averiguar cuál es nuestro sueño y que pasos tenemos que seguir para conseguirlo. Recuerda que no existen píldoras de la felicidad, todo requiere un esfuerzo. Si dudas puedes ver los Juegos Olímpicos, a ver si las medallas son fruto de la casualidad o del esfuerzo de entrenar a diario.

El otro día repasaba un texto titulado «Adiestrar la Mente», de Su Santidad el XIV Dalai Lama. En éste encontré varias ideas inspiradoras que hacen reflexionar y que vienen al caso con esta idea de construir nuestros sueños:

  • Mi sueño es mío, no se trata de competir con los sueños o vidas de los demás.
  • Mi actitud es positiva, lo que me genera fuerza interior y reduce mi miedo.
  • Entre el mundo y yo existe mi modo de interpretar la realidad. Puedo cambiar mi forma de sentir el mundo que me rodea.
  • No existe una llave mágica que nos permita eliminar de golpe nuestros pensamientos negativos, para cambiarlos hay que utilizar la razón.
  • Hay que ser paciente y perseverar, nada es inmediato, mi peor enemigo soy yo .
  • Ayudar a los demás es una manera extraordinaria de sentirnos bien con nosotros mismos. Vas más allá de tus problemas, adquieres fortaleza interior.
  • Formamos parte de un todo, nada es casual.
  • Si no puedes amarte, cómo vas a amar a los demás.
  • Tus acciones tienen repercusiones sobre otras personas, por tanto, piensa antes de actuar.
  • Las situaciones difíciles, las personas que nos defraudan, son maestros que nos hacen progresar. No te quedes sufriendo, avanza.
  • A veces, nos vemos invadidos por las emociones negativas y sentimos que no podemos luchar contra ellas. Es el momento de fijarnos pequeños objetivos, lograrlos y crecer en nuestra autoestima tomando distancia de las circunstancias que nos afligen. Un poco de deporte sienta muy bien.
  • Rezar mucho, encender velas y pedir ayuda al Universo está muy bien, pero no olvides que a Dios rogando y con el mazo dando.

Lo siento, no tengo el método de hacerse rico en tres pasos, ni la píldora de la felicidad. En cambio puedo ofrecerme a ayudarte a avanzar para conseguir tus sueños, siempre con esfuerzo, con trabajo. Eso sí, como dice un buen amigo: trabajando con alegría.

 

Si mi perro me muerde, me lo como.

perro agresivo 1142

«Si me perro me muerde, me lo como», le oía decir, hace unas noches, a un amigo que tiene un perrazo. Es lógico pensar que si mi perro me ataca algún problema hay, o con el perro o conmigo.

Aquella conversación me hizo pensar que, a veces (me temo que muchas), dejamos que nos muerda nuestro pensamiento negativo hasta llegar a destrozarnos, sin ser capaces de hacerle frente. Esa manera de jodernos a nosotros mismos, en la que somos especialistas, nos deja aturdidos y sin fuerzas, cabizbajos, preguntándonos siempre por qué nos pasa a nosotros.

Yo llamo a esta parte de mi pensamiento, que viene de visita sin ser invitada, «el bicho». Y cuando «el bicho» me ataca me daña cuando menos un rato y con «suerte» el día entero. La verdad es que es difícil hacerle frente pues tendemos a engancharnos químicamente a nuestros pensamientos negativos (esto lo explica muy bien el doctor Mario Alonso Puig).

Para luchar contra esto ya podemos leer los libros más interesantes del mundo y que mejor lo expliquen, tomar las píldoras de los colores que quieras, rezar o ir de peregrinos a pedir el milagro de pensar en positivo que, al final, la solución está en nosotros. Como dice mi buen amigo Jesús: «en el camino te puedo acompañar y animarte a subir las cuestas, pero el esfuerzo de hacerlo realidad tiene que ser tuyo».

Ya sé que es agotador, pero no nos queda otra.

Suelo tener un recurso visual que me da resultado: me imagino con un periódico enrollado, atento a su salida. Cuando «el bicho» sale le atizo con todas mis fuerzas y me repito (y le repito): hoy no, hoy no puedes conmigo. A veces, gano y otras, me acaba mordiendo.

Lo realmente importante es darte cuenta de que aparecen estos pensamientos, hacerles frente y progresar en tu camino día a día, sabiendo que ésto también pasará.

Esforcémonos, merece la pena.