Nótese la diferencia entre emprender en «soledad» o en «solitario». Define el diccionario la soledad como carencia voluntaria o involuntaria de compañía, mientras que solitario como solo, sin compañía. Por tanto son dos cosas diferentes que, traducidas a idioma común, podríamos interpretarlas como que en solitario es sin socios y en soledad sin apoyos.
En nuestra entrevista televisiva, mi querido amigo Manuel García de la Vega dejó deberes muy claros a todos los que quieran emprender y tengan (permítanme expresarlo a mi manera) dos dedos de frente. Estableció los siguientes puntos:
- Saber el coste de lo que vamos a emprender. No sólo el económico (que es obvio), el coste humano. ¿Qué cantidad de nosotros estamos dispuestos a poner en el proyecto y a cambio de qué: de la familia, de los amigos, de los hobbies,…?
- Exponer nuestra idea, dispuestos a escuchar las críticas, a distintas personas:
- Nuestra pareja, padre o madre, hermanos, en definitiva alguien de nuestro entorno familiar.
- Un amigo allegado, alguien que no tenga miedo a decirnos que nos estamos equivocando, alguien que nos pegue los pies a la tierra (que poco valor le damos a nuestro «Pepito Grillo»).
- Un profesional, que nos aporte una visión práctica de la viabilidad del proyecto al que nos vamos a enfrentar.
- Palpar la competencia. No nos creamos más listos que los que lo intentaron antes. ¿Quién es la competencia? No tiene que ser del mismo sector, la competencia es allí a donde va el dinero de nuestros clientes en vez de venir a nuestra caja. En nuestra ciudad o fuera de ella, qué está haciendo, quiénes son sus proveedores, cómo ofrece el producto a los clientes,…
Un emprendedor debe ser ambicioso, sin duda, pero también necesita una alta dosis de humildad y de sentido común para ver y aprender de lo que otros han hecho antes que él o ella.
Ya saben que no me canso de repetir que no hay varitas mágicas ni píldoras maravillosas, todo se consigue con esfuerzo.
Y la vida no es el importe de nuestra cuenta corriente en el banco, es el importe de nuestra cuenta corriente en el corazón de los demás, factor a tener muy, muy, muy en cuenta.