Emprender con éxito: mejorar cada día

Si la semana pasada hablaba de la importancia de pensar en quién va ser nuestro cliente antes de lanzarnos a emprender, hoy quiero incidir en lo importante que es mejorar cada día nuestro proyecto. No vale rendirse en el primer revés, ni en el segundo, ni en el tercero…

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Pensaba en la película «El día de la marmota» donde repite Bill Murray el mismo día, mañana tras mañana, al menos aparentemente.

A veces, nos enfrentamos a la sensación del día de la marmota, repitiendo una y otra vez nuestros rituales, sin emoción, mecánicamente, yendo a trabajar sin ilusión. Pero si contemplamos esta película con otra mirada nos daremos cuenta de que para conseguir sus objetivos (primero menos nobles y luego los realmente importantes) el protagonista, todos los días, intenta mejorar algún aspecto de su vida.

Y es que, al final, competimos contra nosotros mismos y sería fenomenal que nos diéramos cuenta de que es así. No nos sirve compararnos con los demás porque somos seres únicos y extraordinarios, por eso nuestro cometido debería ser mejorarnos, a nivel personal y profesional. Tomar clases, pedir consejos, investigar, leer libros o revistas que nos aporten información para el proyecto de negocio o vida que estemos desarrollando.

Cuando hablo de emprender no me refiero solo a un negocio, se trata también de nuestra vida, de querer ser mejor que mi yo de ayer; no es lo mismo que querer parecernos al famoso de turno o al vecino del quinto. Además, al mejorar yo también lo hace mi entorno, lo que se convierte primero en un círculo y luego en una espiral positiva a nuestro alrededor.

Claro que para mejorarnos debemos conocernos, hablar con nuestro interior, saber el punto de partida y el destino. Igual ocurre con nuestro proyecto: ¿en qué punto está? ¿dónde lo quiero llevar? ¿en qué soy bueno? ¿cuál es mi talento? ¿cuáles son mis habilidades? ¿dónde puedo encontrar las mejores ideas?

Desde luego, todo proyecto debe reflejarse en un plan por escrito con las acciones que tenemos que llevar a cabo y con los números básicos necesarios. Este plan tiene que ser nuestra Biblia y susceptible de mejora continua, es decir, no vale con escribirlo y guardarlo en un cajón. Nuestro plan, nuestro proyecto, está vivo y necesita alimentarse cada día con nuevos datos, conocimientos y sensaciones. Hay que perseverar, seguir mejorándolo.

Mañana cuando me levante, y agradezca a Dios un nuevo amanecer, querré ser mejor de lo que he sido hoy.¿Te animas a hacerlo tú también? Seguro que sí.

 

 

 

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