La «tramoya» tras los flujos de trabajo

Como actor aficionado de teatro, cuando no estamos en escena hacemos un poco de todo en la tramoya, incluido cambiar el decorado.

En la empresa tendemos a observar los flujos de trabajo partiendo del trabajo en sí, sin mirar «dentro» de ese trabajo. Si observo un proceso de producción, aunque no lo conozca de antemano, puedo reconocer el flujo de las operaciones que se llevan a cabo, pero no puedo identificar que hay detrás de todo eso.

Es como ir a un restaurante, no suele ser habitual que se trabaje con la cocina abierta. Es decir, disfrutamos del establecimiento, de la comida, del personal que nos atiende, pero ¿sabemos cómo funciona la cocina? Es más, si se estropea el horno ¿a quién hay que llamar?

Nos obsesionamos con los flujos sin mirar hacia el interior, olvidando que todo flujo, que todo lo visible en la empresa tiene tras de sí una tramoya. Una tramoya que no funciona sola, sino que necesita de personas cualificadas que la hagan funcionar y esté a punto siempre. Esta es la parte más difícil, aquí no sirven los algoritmos ni los robots, aquí solo sirven las personas.