Dale ritmo a tu negocio

Cuando hay ritmo a nuestro alrededor tendemos a acoplarnos al mismo, y esto pasa en una fiesta, en la vida y en los negocios.

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Paseabamos este pasado fin de semana por Málaga, ciudad de moda sin lugar a dudas, y me preguntaba ¿qué estará haciendo Málaga para estar tan de moda? Sin entrar en colores políticos, no cabe duda de que la gestión de su actual alcalde, Paco de la Torre, ha situado a Málaga como una de las grandes capitales españolas.

Nos sorprendió entre las calles una charanga tocando a ritmo de batucada. Lógicamente había muchas personas alrededor grabando con móviles sin estar pendientes del ritmo (hay quien sigue prefiriendo ver la vida a través de una pantalla) pero otros bailaban y se movían al compás (más o menos) de los tambores, congas y silbatos.

Estuvimos tapeando en una tasca llamada «La Tranca» y lo pasamos muy bien. Un ambiente distendido, bien atendidos y con mucho ritmo tras la barra llevado por su propietario. Nada más asomar la cabeza por la puerta ya nos había localizado un hueco para acoplarnos y poder degustar sus vermús y raciones. Lo hacía con todos los que asomaban la nariz por la puerta. No paraba de darle ritmo a su negocio.

Por la tarde, siguiendo el paseo, encontrábamos negocios abarrotados y otros vacíos. Seguramente los dueños de estos últimos se preguntarán por qué llena el vecino y ellos no, y encontrarán la justificación en la suerte que tienen los demás y que ellos hacen lo que pueden y no obtienen resultados.

Nos falta darnos cuenta de que los negocios, como nuestra propia vida, necesitan de ritmo para avanzar, da igual que sea por el Fary, Debussy o Queen. No podemos quedarnos esperando a que venga un mago y nos toque con su varita mágica. Todo requiere esfuerzo y constancia .

Dale ritmo a todo lo que hagas aunque no sepas bailar. MUÉVETE.

La vida con socio ¿te hace falta?

¿Cuántas cosas faltan en tu vida? Seguro que cada persona tiene una respuesta diferente para esta pregunta. Al final, nuestras circunstancias condicionan nuestras necesidades materiales y humanas.

socio, la vida no es gratis, emprender

¿Influye en qué lugar del mundo nacemos? Por supuesto. Y si me apuras hasta influye el barrio, el bloque o la calle donde uno nace. Son estas las cartas con las que empezamos a jugar en nuestra vida.

Cuando jugamos una partida de cartas, la tentación de mirar las que le han tocado al que tenemos al lado se incrementa con la sonrisa que se le escapa a éste a medida que las va ordenando: – ¡Que suerte tiene!, con el «asco» de cartas que me han tocado.

Esa es la realidad, mis cartas son diferentes de las tuyas y del resto de la humanidad. Mis circunstancias, igual que las tuyas, son únicas. Somos seres humanos irreemplazables e irrepetibles, por ese motivo nunca jugamos igual unos y otros.

¿Hay que conformarse con lo que nos toca? La respuesta en realidad sería: hay que jugar bien con lo que nos toca. ¿Sirve quejarme? Para nada. ¿Sirve prepararse para lo que nos pueda tocar? Por supuesto. Es evidente que no podemos controlar lo que nos toca y tampoco podemos estar preparados para todo, aunque sí podemos adquirir la costumbre de aprender sobre lo que no conocemos. O sea, que frente a la pregunta ¿ahora qué hago? la respuesta sería investiga, estudia, aprende y utiliza la mejor opción.

Tenemos la mejor herramienta del mundo, nosotros mismos. Nacemos completos, dentro de una sociedad, pero completos e independientes. Si nos preparamos, podremos afrontar mucho mejor las circunstancias que nos plantee la vida sin que dependamos de otros.

A la hora de emprender, muchas veces nos planteamos si necesitamos tener un socio que complete nuestros conocimientos. Buscar a alguien que complete nuestros conocimientos es decirle a alguien que lo necesitamos porque no sabemos aquello que él sí sabe, es decir, dependemos de otro en una parcela determinada de nuestro negocio.

Para emprender necesitamos saber muy bien donde nos metemos, estudiar, escribir (el papel lo soporta todo, tu bolsillo no) y planificar en objetivos y plazos. Puedo querer compartir mi proyecto, que no es lo mismo que necesitar compartir mi proyecto.

¿Si tuvieras dinero necesitarías compartir tu proyecto? Estudia bien tus cartas.

Día de notas. Como la vida misma

A todos los padres y madres con niños y niñas en edad de cole nos ha tocado ver, firmar y discutir las notas en estos días. En mi caso les he tratado de transmitir a mis niños que no necesito supernotas, que me vale con que estén en el grupo de cabeza de la clase, pero que, sobre todo, detesto y me enfado cuando un profesor me dice que están por debajo del rendimiento que pueden dar.

Consultor de empresas y emprendedores

Así que tuvimos nuestra reunión hijos+padre para comentar el resultado de las notas. Traté de transmitirles que las notas, las calificaciones sobre su trabajo, no tienen como objetivo hacer que yo me sienta mejor sino que son el resultado de su esfuerzo, de su trabajo.

Es difícil motivar a estudiar, así que les propuse que debían elegir la opción ganadora en un ejercicio de supervivencia:

– Tienes bajo tus órdenes un comando de valientes soldados, con la misión de salvar a un grupo de personas atrapadas en la selva, bajo el control de un malo malísimo. Puedes elegir enviar a tu comando con tres equipaciones diferentes:

a) con machetes.

b) con machetes y pistolas.

c) con machetes, pistolas y ametralladoras de asalto.

¿Con qué equipación los mandas?

Los niños son niños pero no son tontos: – Papá, con la c). Pues hijos míos la vida es igual, o te preparas y te equipas bien (con tu formación, con tu interés por aprender, con tus experiencias) o será mucho más difícil sobrevivir en la selva de la vida.

Y lo que es mucho más importante, tenéis que hacerlo por vosotros no por las notas. Debéis tener el firme propósito de ser mejores de lo que erais ayer, de no quedaros por debajo del rendimiento que podéis dar. En realidad no se trata de ser mejores que los demás, «simplemente» ser mejores que uno mismo cada día. Esa es la mejor garantía para sobrevivir en la selva.

– Papá, como en la vida misma.

– Sí hijos, sí, como en la vida misma.

Estado civil: fracasado

En esta sociedad moderna, digital e inmediata, en la que etiquetamos todo y a todos, con nuestras fachadas de vidas espectaculares, cimentadas con estructuras de cartón que se caen estrepitosamente al suelo con el primer soplo de infortunio, tener un fracaso se asocia directamente con ser un fracasado. Los éxitos se miden por la cuenta corriente, el tamaño del coche, de la casa y el supuesto número de amigos que nos hace ser tan populares.

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Y es que tendemos a compararnos siempre con los demás, sonriendo a la mala suerte del vecino, envidiando al supuesto triunfador, en esa regla de medir los éxitos sin medir la felicidad.

Perder tu negocio, que te despidan, divorciarte,…, te hace entrar en el club del fracasado de manera inmediata por aquellos que deberían encontrar la viga en su ojo antes que rebuscar la paja en el tuyo. Forma parte de nuestra partida en el juego de la sociedad.

El problema de verdad comienza cuando nosotros mismos nos medimos en esa regla del éxito y del fracaso, nos comparamos y se nos ocurre pensar que, efectivamente, somos unos fracasados, que hemos perdido nuestra oportunidad.

Me pregunto si el hombre más rápido del mundo, Usain Bolt, compite contra los demás o lo hace contra sí mismo, porque no es lo mismo querer superar al otro que proponerme superar mis propias limitaciones a base de trabajo, de esfuerzo y, por supuesto, queriéndome mucho.

En esta vida, larga y a la vez muy corta, no me puedo permitir el lujo de perder mi tiempo arrastrando el letrero que me haya puesto la sociedad, me da igual que sea el de fracasado o el de triunfador pues nada es eterno, todo es cíclico, y por supuesto nadie fracasa en todo ni triunfa en todo. Por tanto, tengo que definirme a mi mismo sabiendo quien soy, que soy y para que estoy en este mundo, todas las circunstancias pasadas me han convertido en lo que soy hoy.

Kant decía que el hombre (o la mujer) tiene sed de poder, de bienes materiales y de honores. Todo esto es de cara a la galería, para que nos envidien los demás. Estoy convencido que menos es más, menos posesiones es más libertad, menos miedos. Hay que aprender a disfrutar de las cosas pequeñas, de la naturaleza, del maravilloso mundo que nos rodea y que nos pasa desapercibido, de las personas que nos quieren por como somos, no por lo que tenemos.

No creo que estemos en este mundo para pasar por él sin más, tenemos que descubrir cuál es nuestra misión y dejar nuestra huella haciendo de éste un lugar mejor del que encontramos.

 

Plan de negocio…, ¿para qué?

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Hablaba el otro día sobre los capítulos de gestión de negocio de mi libro «La Vida no es Gratis»  con Marieta, empresaria jubilada hace ya unos años. Me contaba que cuando ella se hizo cargo del negocio lo único con lo que contaba era con su experiencia de haber trabajado desde niña y que supo mantenerlo e incrementarlo. Se preguntaba si ahora sería capaz de hacerlo.

Estoy seguro de que lo conseguiría porque, además de poner todo su corazón en ello, le dedicaría todas las horas disponibles para que el negocio fuera marchando bien; aunque ahora contamos con muchas más herramientas para controlar los riesgos en un mercado mucho más competitivo que antes y con clientes extraordinariamente exigentes.

Hay dos factores fundamentales que marcan la buena marcha de un negocio, sobre todo cuando se empieza el proyecto, es decir, antes de abrir las puertas:

  1. El tiempo que le vamos a dedicar.
  2. Tener un buen plan de negocio.

En esta sociedad de la inmediatez queremos hacernos ricos al segundo día de poner en marcha el negocio, además trabajando con horario de funcionario, y claro nos damos cuenta de que no es así. Entonces empieza la frustración, el no entender cómo la gente no entra por la puerta y qué hago metido en esto si lo que quiero es tener las tardes y los fines de semana libres.

Hay personas que generan ideas de negocio como churros, aunque el problema está en llevarlas a cabo. Está muy bien tener la visión y la misión claras en la mente pero tenemos que tener un plan de negocio por escrito con los números muy claritos, en el plan y en nuestra cabeza.

Esto es como subirte al coche y querer ir a Sotillo de Caracena, provincia de Soria, sin más indicaciones y sin panel de mandos en el salpicadero. Lo mismo con intuición y mirando a las estrellas llegas, pero sería mucho mejor establecer un plan de viaje y mientras más datos tengamos controlados menores riesgos y mayor tranquilidad.

Veo muchos comercios y negocios que se montan así, por intuición, con corazón, aunque sin un plan de negocio. Si invertimos más tiempo en elegir el color de las paredes que en hacer unos numerillos sobre el tiempo de amortización de la inversión, de la liquidez necesaria para los primeros seis meses y, sobre todo, sin testar el mercado, me temo que tienen las horas contadas.

A mí me duele mucho cuando veo una tienda que se cierra, porque lo que necesitamos son emprendedores, valientes inconformistas, héroes ilusionados con montar su propia empresa.

Vamos a echar una mano.