Veía la otra noche, coincidiendo con el fallecimiento de Stephen Hawking, un documental sobre el Universo, en el que Hawking se refería a sí mismo como un cuerpo inmóvil con una mente que podía pensar libremente.
El pensamiento de este físico teórico, sin lugar a dudas prueba de la superación constante del ser humano, me hizo reflexionar sobre todo lo que nos rodea, sobre las circunstancias que condicionan nuestras vidas (o no).
El ejercicio de pensar libremente exige una parada en nuestro camino en la vida. Si nos paramos conscientemente y nos observamos, comprobaremos que somos personajes en un mundo que no hemos creado nosotros. Giramos dentro de la rueda de la sociedad, formada en base al capital, donde nuestra aportación (y la de todos) es necesaria para que siga girando en el sentido que le interesa a…
Tratar de pararnos para pensar libremente debería ser una decisión firme. No se trata de hacernos monjes o ermitaños, sino simplemente reconocernos como seres individuales con capacidad propia para pensar y decidir.
También tenemos que ser conscientes de que decidir (no dejarnos llevar) significa en muchas ocasiones salir de nuestra zona de confort y esto cuesta mucho. Romper con los hábitos adquiridos, aventurarnos a probar cosas que nos hagan ir más allá de lo que habíamos pensado, debería ser un ejercicio diario para seguir avanzando en nuestro aprendizaje vital.
Ya sé que las circunstancias nos rodean, incluso podemos creer que nos condicionan, pero dentro de nuestra mente somos libres y si somos capaces de modificar nuestra manera de pensar, estoy seguro de que podemos modificar las circunstancias.
Así que la próxima vez que tengamos que tomar una decisión deberíamos ser capaces de pensar libremente primero y luego adaptar el pensamiento a las circunstancias, no hacerlo al revés.