Es difícil elegir un modelo equilibrado de vida donde podamos demostrar aquello de lo que somos capaces sin parecer por ello pretenciosos o superiores a los demás.
https://youtu.be/sr7oeZKJIxY?t=26s
Educar a nuestros hijos como ganadores para que queden por encima de los demás es dejarles a las puertas del abismo cuando la vida les enseñe que también existe el fracaso. Y el fracaso solo es un punto de partida para seguir avanzando, no es el final, ni el principio, simplemente es algo más que ocurre en nuestras vidas.
He traído este trocito de la película de Entrenador Carter porque no habla de las victorias ni de las medallas que nos colgamos, sino de brillar con luz propia para ayudar a los demás. Para ayudarnos a nosotros mismos.
Estamos rodeados de infinidad de personas que son auténticos héroes, que pelean cada día para sacar a sus familias adelante, que intentan ir a todos los partidos de sus hijos, que ayudan a la comunidad, que siembran y siembran sin esperar cosechar.
Estas personas anónimas son las que tienen que dar un paso adelante para brillar con su propia luz, para hacer brillar a todos los que tienen a su alrededor con la propia luz de cada uno.
El esfuerzo de cada día por querer ser mejores de lo que fuimos ayer, el levantarnos después de una nueva caída, el abrazo sincero, los buenos días con una sonrisa, el beso sin prisas, escuchar al otro con verdadero interés, ayudar sin esperar nada a cambio, amar por encima de todo, esto es lo que marca la diferencia entre los seres humanos.
Las fachadas, como el tamaño del coche, los números de la cuenta corriente o la ropa de diseño, no significan nada. Todo se cae tarde o temprano cuando no hay pilares profundos; porque lo realmente importante son los principios que nos hacen caminar por la vida siempre adelante y brillar con luz propia.