Dicen que todo se crea, o al menos se intenta, dos veces: una vez en la mente y otra en plano real.
Cuando creamos una idea y queremos llevarla a la práctica necesitamos una estructura real que soporte esa idea, esto es lo que yo vengo a llamar «tramoya» en homenaje al mundo del teatro, ya que ésta aporta valor de una manera ineludible e imprescindible a una actuación teatral.
Toda operación tiene un flujo, otra cosa es que ese flujo vaya a trompicones o sea fluido. Para conseguir esa fluidez hay que detenerse en cada uno de los pasos que hacen posible que una idea se convierta en una realidad. Deberíamos ir en pos del flujo fluido perfecto, claro que si difícil es de explicar, ya te puedes imaginar lo que es llevarlo a una realidad.
Además, toda estructura que da como resultado el flujo productivo (ya sea de servicios o bienes), si partimos de cero, hay que andamiarla en unas instalaciones y, tras un periodo de puesta en marcha. llegar a mostrar al público nuestra idea convertida en una realidad.
Me gusta utilizar una máxima de Lluis Bassat: «antes de gastar, hay que estar». De qué nos sirve invertir dinero en imagen y publicidad si no estamos al alcance de los posibles clientes. Apple sabe que dando a conocer sus nuevos modelos genera la expectación necesaria para preveer una producción, e igualmente el consumidor sabe donde ir a adquirir la novedad.
Muchas veces hacemos inversiones en publicidad y en diseños sin tener clara la estrategia de cómo vamos a llegar al mercado, porque solo miramos desde nuestro lado, no desde el sitio del cliente. Confundimos inversión con coste y, sobre todo, transformamos ideas en realidades defectuosas sin fluidez, que pueden dar al traste con nuestros sueños.
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