¿Dónde hay clientes?

¿Dónde hay clientes? Ciertamente parece que hay una leve mejora económica y locales que antes se veían cerrados ahora empiezan a reformarse para albergar nuevos negocios. Siempre que veo actividad preparatoria para una nueva apertura me pregunto si, además de un corazón lleno de ilusiones, la persona que va a emprender esta aventura habrá hecho bien los deberes.

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Cuando acometemos nuevos proyectos existe incertidumbre, pero esto es como prepararse un examen, mientras más hayas estudiado más posibilidades tienes de aprobar e incluso de sacar nota.

Dentro de las múltiples variables que se dan en un proyecto emprendedor está la de la ubicación del negocio, ya sea física o en la red porque todo necesita visibilidad. El problema principal de la física, del local que queremos, es que cuesta dinero.

Intentar hacernos con un local en la calle principal o en la más concurrida es mucho más caro que en otra calle pero aquí se hace necesario un pequeño estudio: ¿cuántos clientes necesito que compren cada día en mi negocio? Claro, ahora necesitamos más respuestas:

  • ¿Qué margen tiene el producto que vendo?
  • ¿Qué ventas diarias necesito para que sobreviva mi proyecto?
  • ¿Cuál puede ser mi tique medio?
  • En función de mi tique medio ¿a cuántos clientes tengo que vender?
  • Y como la venta forma parte de una estadística ¿cuántas personas tienen que pasar por mi puerta para que X entren en mi negocio y de esas que entran compren algunas?

Esta es la realidad. No basta con tener un local bonito, con productos atractivos, para que los clientes entren por la puerta.

Un quiosco de golosinas venderá mucho más a la puerta de un colegio que delante de un concesionario de coches, porque lógicamente está más cerca de sus potenciales clientes. Esto nos lleva a otra pregunta importante:

  • ¿Quién es mi cliente? Aquí tenemos que hacer otra distinción porque no es lo mismo mi cliente que quien paga mi producto. Los clientes de la comida infantil son los bebés, aunque veamos madres estupendas con preciosos niños en la tele devorando papillas. Como a mi niño no le guste la papilla que anuncian correré a buscar otra.
  • Así que repito la pregunta: ¿Quién es mi cliente? ¿Dónde está? ¿Pasa mucho por esta calle?

 

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QUIÉN SANGRA EN TUS BATALLAS

Cuando nos encontramos inmersos en las batallas de nuestras empresas y comercios, de nuestros proyectos emprendedores, peleando incansablemente, llega un momento en que nos damos cuenta de que el reguero de sangre de las heridas recibidas no es solo nuestro. Hay sangre de más personas, de personas que nos importan, de personas que hemos arrastrado al frente de batalla sin darnos cuenta, de personas que nos quieren.

Lo expresa de manera extraordinaria la escritora Patricia G. Monteoliva en su último post del que (con permiso) he copiado este título.

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Esto le pasó a un buen amigo. Tomó la crisis que destrozó a su sector y se la echó a la espalda. Cabalgó sin mirar atrás, peleando sin parar, hora tras hora, día tras día y año tras año. Sin decir nada, presto siempre a las batallas, sin querer pedir ayuda.

Sintiendo el profundo dolor de sus heridas, un día decidió que ya tenía bastante. No podía seguir luchando, ya no le quedaban fuerzas.

Sentado en su escritorio tomó conciencia de que, quizás, era irreparable el daño sufrido.

Y se dio cuenta de que la sangre que lo empapaba todo no era solo suya. Lo que había tratado de evitar, aquello por lo que hubiera muerto mil veces, sangraba junto a él: su mujer, sus tres hijas, sus proyectos, su casa, su empresa, sus trabajadores… Todo se había roto, todo manaba sangre.

Es cierto que las batallas las libra uno solo. Primero con uno mismo (que es la única manera de crecer y fortalecerse) y luego con el enemigo, sea quién o qué.

También es cierto que tenemos que avisar al entorno (familia, empresa) de la batalla que se avecina. Si hay cobardes les damos tiempo para irse; si hay valientes tendremos un punto de apoyo sobre el que volver a curar heridas y coger fuerzas.

Las batallas unas veces se ganan y otras se pierden, todo no es negro o blanco, bien lo sé yo. Pensar que es mejor que no se entere nadie es un error, pase lo que pase necesitas tus apoyos, necesitas transparencia con quien viaja contigo en la vida.

No esperes a sentarte y explicarlo. No esperes a pedir ayuda.

No esperes, no sea que llegues demasiado tarde.

 

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Huesos del montón

Ya sé que esto de huesos del montón suena a título raro, sobre todo teniendo en cuenta que pretendía hacer una reflexión de cara a las vacaciones de verano, pero como escribo en mi blog, pongo lo que me da la gana (increíble libertad). Vaya por delante que me voy a tomar unos días de vacaciones blogueras, que siempre viene bien dejar atrás las obligaciones aunque sean placeres.

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Ya se le ocurrió a Shakespeare, a través de su complejo Hamlet, reflexionar sobre quién es capaz de distinguir a los ricos de los pobres, a los poderosos de los humildes, convertidos todos en huesos del montón.

Podemos creer en Dios o no, pensar que somos un accidente natural, que nos hemos reencarnado o que lo haremos en un futuro… lo que sí pienso es que tenemos todos alma. Lo repito con mayúsculas: ALMA.

Luego si tenemos alma y ésta se aloja en nuestro cuerpo, en este montón de huesos bien dispuestos que le dan soporte, ¿con qué la estamos alimentado?

Alimentamos nuestro cuerpo primero por necesidad y luego por placer, anteponiendo lo segundo a lo primero siempre que es posible. Ay, el placer (lo material), ¿hacia dónde nos arrastra?

Pensando en un esquema sencillo descubrí que ya estaba inventado, como todo lo que no tiene que ver con lo material:

  • Nacemos. O reencarnamos, según se prefiera. La segunda opción es más compleja ya que requiere buscar la familia en la que reencarnarse. Siempre resulta más cómodo pensar que no hemos podido elegir, que tenemos la familia que nos ha tocado.
  • Crecemos. El crecer es cosa nuestra, aunque para hacerlo tenemos que alimentarnos (el cuerpo y el alma). ¿Quién nos alimenta y cómo? Una vez creciditos ya somos capaces de alimentarnos por nosotros mismos (repito cuerpo y alma), aunque es más cómodo que nos sigan alimentado que esforzarnos en hacerlo nosotros (de nuevo repito cuerpo y alma).
  • Reproducimos. Qué divertido es; que complicado cuando lo divertido se convierte en niños y niñas. En esta fase volvemos al punto anterior aunque cambiamos los papeles ¿con qué los alimento (cuerpo y alma)?
  • Morimos. Aquí está el gran avance de la ciencia. Ya lo decía Emilio Duró en su conocidísima conferencia: el gran avance de la humanidad es el aumento de la esperanza de vida. Como esto siga así, a los 90 vamos a seguir pensando que somos jóvenes. Pero claro, este avance de la ciencia se ocupa de que vivamos más años y con mejor calidad de vida, en este caso del cuerpo. Y¿quién se ocupa de que tengamos mejor calidad de vida para nuestra alma?

Vivimos en un mundo dualista: luz/oscuridad, amor/odio, sol/luna, guapo/feo, delgado/gordo, caro/barato …, VIDA/MUERTE.

¿Vivir como si no hubiera un mañana o pensando que hay un mañana para el que hay que vivir?

¿Vivir pensando en qué dejaremos para ser recordados o vivir pensando qué haremos para ser recordados? Cuerpo o alma, material o espiritual.

Feliz verano.

 

La vida con socio ¿te hace falta?

¿Cuántas cosas faltan en tu vida? Seguro que cada persona tiene una respuesta diferente para esta pregunta. Al final, nuestras circunstancias condicionan nuestras necesidades materiales y humanas.

socio, la vida no es gratis, emprender

¿Influye en qué lugar del mundo nacemos? Por supuesto. Y si me apuras hasta influye el barrio, el bloque o la calle donde uno nace. Son estas las cartas con las que empezamos a jugar en nuestra vida.

Cuando jugamos una partida de cartas, la tentación de mirar las que le han tocado al que tenemos al lado se incrementa con la sonrisa que se le escapa a éste a medida que las va ordenando: – ¡Que suerte tiene!, con el «asco» de cartas que me han tocado.

Esa es la realidad, mis cartas son diferentes de las tuyas y del resto de la humanidad. Mis circunstancias, igual que las tuyas, son únicas. Somos seres humanos irreemplazables e irrepetibles, por ese motivo nunca jugamos igual unos y otros.

¿Hay que conformarse con lo que nos toca? La respuesta en realidad sería: hay que jugar bien con lo que nos toca. ¿Sirve quejarme? Para nada. ¿Sirve prepararse para lo que nos pueda tocar? Por supuesto. Es evidente que no podemos controlar lo que nos toca y tampoco podemos estar preparados para todo, aunque sí podemos adquirir la costumbre de aprender sobre lo que no conocemos. O sea, que frente a la pregunta ¿ahora qué hago? la respuesta sería investiga, estudia, aprende y utiliza la mejor opción.

Tenemos la mejor herramienta del mundo, nosotros mismos. Nacemos completos, dentro de una sociedad, pero completos e independientes. Si nos preparamos, podremos afrontar mucho mejor las circunstancias que nos plantee la vida sin que dependamos de otros.

A la hora de emprender, muchas veces nos planteamos si necesitamos tener un socio que complete nuestros conocimientos. Buscar a alguien que complete nuestros conocimientos es decirle a alguien que lo necesitamos porque no sabemos aquello que él sí sabe, es decir, dependemos de otro en una parcela determinada de nuestro negocio.

Para emprender necesitamos saber muy bien donde nos metemos, estudiar, escribir (el papel lo soporta todo, tu bolsillo no) y planificar en objetivos y plazos. Puedo querer compartir mi proyecto, que no es lo mismo que necesitar compartir mi proyecto.

¿Si tuvieras dinero necesitarías compartir tu proyecto? Estudia bien tus cartas.

La marca del Caribe. Cumplir las promesas

Hace algunos días hablaba con mi amigo Juande sobre su último viaje a tierras caribeñas. Viajero incansable y gran galán conquistador, me comentó que para este viaje se había comprado un bañador de determinada marca (no la recuerdo) que le costó 120 euros. Claro que lo importante no era el precio pagado sino que la marca iba claramente impresa en el mismo, lo que posicionaba a mi amigo en el mercado de «aventureros en el Caribe con pasta». Sin duda le funcionó.

La importancia de la marca en la promesa de nuestro negocio.

El poder de una marca está en ofrecer al consumidor una promesa sobre el producto que éste va a comprar. Es decir, prometemos cumplir sus expectativas (mejor si las superamos) por el precio pagado. Los problemas suelen venir cuando esas expectativas se quedan en un envase bonito, una web bien diseñada, un local muy estudiado, oficinas perfectas, un catálogo costeado y desgraciadamente nada más detrás de todo esto.

Es difícilísimo conseguir abrirse un hueco en el mercado, conseguir la oportunidad de que nos prueben, que nos den la posibilidad de entrar en los hogares de los consumidores.

De verdad que sólo hay una oportunidad para una buena primera impresión y la envuelta que adoptamos para nosotros, nuestras empresas o productos debe estar en consonancia con lo que somos realmente. Si estamos empezando y no nos podemos permitir grandes lujos eso es lo que tenemos que transmitir, no deberíamos crear expectativas por encima de nuestras posibilidades.

Si empiezo con un pequeño gastrobar, tan de moda ahora, y puedo servir muy bien a 25 comensales debería tener la dimensión para ello. ¿Por qué voy a tener la posibilidad de que entren 40 si no los voy a poder atender bien?

A veces, nos pierden los volúmenes y queremos hacernos grandes en tamaño, con crecimientos rápidos sostenidos en cimientos de barro. Los éxitos no son inmediatos, y si tenemos esa sensación quizás sean flor de un día.

El éxito deber perdurar en el tiempo, y todo lo que dura es porque está muy bien construido.

 

Ponle nombre al fracaso

«Ponle nombre al fracaso» debería ser una máxima en nuestras cabezas para definir aquellas partes de nuestra vida que nos han dejado una marca en el alma.

Hay muchos fracasos en la vida, personales y profesionales, que no están bien vistos en esta sociedad orientada al éxito y a la vida fácil. Lo cual es irreal ya que todo requiere un gran esfuerzo y lo material no nos completa humanamente.

Hace unos días vi la película «Belleza Oculta», protagonizada por Will Smith, en la que narra su vida antes y después de la pérdida de un ser querido, el esfuerzo por razonar lo que no es razonable.

Me llamó la atención que en una reunión de terapia en grupo, de ayuda a los que han sufrido la pérdida de un ser querido, además del lógico dolor e intenso recuerdo se le pone nombre a la pérdida. Se llamaba XXX y murió por XXX.

Esto me hizo reflexionar sobre nuestra vida personal y también la profesional. ¿Cuántos fracasos ocultamos para que no nos miren mal? Este es uno de los miedos más poderosos a los que nos enfrentamos cuando emprendemos. ¿Y si me va mal? ¿Qué van a pensar de mí?

En realidad no hay ningún fracaso completo, como tampoco hay ningún éxito completo. Lo que sí es realmente importante es saber qué no salió bien, aprender la lección y seguir adelante.

¿Y si nos preguntan por nuestro fracaso?

No sirve de nada escondernos, pues la respuesta la sabemos y es fácil contestar.

«Emprendí con toda la fuerza y toda la pasión del mundo, hice todo lo que pude y estuvo a mi alcancé, aunque no lo conseguí. He aprendido que la próxima vez tengo que mejorar…»

Este no es un ejercicio para valientes, es un ejercicio de sentido común. El que esté libre de fracaso que levante la mano. No hay nadie. 

Quien quiera vivir sin intentarlo que levante la mano.

Yo no soy de esos, lo intentaré una vez más. ¿Y tú?

Surfear la vida

Surfear la vida es un concepto que he aprendido del libro, regalo de mis hijos, que hace unos días terminé: «El juego interior del Tenis», de W. Timothy Gallway. Es un libro muy interesante porque desarrolla la dualidad (al menos) interna de cada uno. El autor establece el Yo número 1 como nuestra parte consciente y el Yo número 2 como la parte subconsciente. El razonamiento es fácil: si un día nos autopegamos la bronca por algo que hemos hecho ¿quién está regañando y quién está recibiendo la regañina?

Consultor y coach para emprendedores y empresas

Una vez comprendidos y desarrollados estos conceptos de nuestro interior, cabe preguntarse si las diferentes circunstancias por las que atravesamos en la vida son una alineación de los astros universales para hacernos infelices o simplemente son retos para que avancemos en nuestro aprendizaje vital.

Este tema también lo deja claro Gallway cuando se cuestiona si debe jugar «machacando» el golpe débil del contrario. No es lo mismo jugar para hacer perder al contrario que jugar esperando que el otro desarrolle su mejor juego para, así, ser nosotros mejores de lo que éramos ayer.

Si fuerzo tu lado débil es para que lo mejores y avances, no te hago ningún favor ayudándote a esconder tus debilidades. Tómatelo así.

Con la vida pasa igual, podemos quejarnos de las cartas que nos tocan o pensar que lo que nos pasa es para avanzar y desarrollarnos, mejorar.

Resulta que podemos surfear la vida buscando olas pequeñas, olas grandes o la gran ola. Lo que está claro es que ninguna ola es igual a la anterior, y que cuando surfeamos una ola lo hacemos solos. A mayor dificultad, mayor satisfacción.

Solo los obstáculos sacan lo mejor de nosotros mismos, claro que para afrontarlos lo primero que tenemos que hacer es dejar de juzgarnos, querernos mucho y estar seguros de que, con el debido esfuerzo, seremos capaces de vencerlos.

Emprender en soledad. ¿Cómo se te ocurre?

Nótese la diferencia entre emprender en «soledad» o en «solitario». Define el diccionario la soledad como carencia voluntaria o involuntaria de compañíamientras que solitario como solo, sin compañíaPor tanto son dos cosas diferentes que, traducidas a idioma común, podríamos interpretarlas como que en solitario es sin socios y en soledad sin apoyos.

En nuestra entrevista televisiva, mi querido amigo Manuel García de la Vega dejó deberes muy claros a todos los que quieran emprender y tengan (permítanme expresarlo a mi manera) dos dedos de frente. Estableció los siguientes puntos:

  1. Saber el coste de lo que vamos a emprender. No sólo el económico (que es obvio), el coste humano. ¿Qué cantidad de nosotros estamos dispuestos a poner en el proyecto y a cambio de qué: de la familia, de los amigos, de los hobbies,…?
  2. Exponer nuestra idea, dispuestos a escuchar las críticas, a distintas personas:
    1.  Nuestra pareja, padre o madre, hermanos, en definitiva alguien de nuestro entorno familiar.
    2. Un amigo allegado, alguien que no tenga miedo a decirnos que nos estamos equivocando, alguien que nos pegue los pies a la tierra (que poco valor le damos a nuestro «Pepito Grillo»).
    3. Un profesional, que nos aporte una visión práctica de la viabilidad del proyecto al que nos vamos a enfrentar.
  3. Palpar la competencia. No nos creamos más listos que los que lo intentaron antes. ¿Quién es la competencia? No tiene que ser del mismo sector, la competencia es allí a donde va el dinero de nuestros clientes en vez de venir a nuestra caja. En nuestra ciudad o fuera de ella, qué está haciendo, quiénes son sus proveedores, cómo ofrece el producto a los clientes,…

Un emprendedor debe ser ambicioso, sin duda, pero también necesita una alta dosis de humildad y de sentido común para ver y aprender de lo que otros han hecho antes que él o ella.

Ya saben que no me canso de repetir que no hay varitas mágicas ni píldoras maravillosas, todo se consigue con esfuerzo.

Y la vida no es el importe de nuestra cuenta corriente en el banco, es el importe de nuestra cuenta corriente en el corazón de los demás, factor a tener muy, muy, muy en cuenta.

 

La vida es como un Capuccino

 El Capuccino se construye con una base de café solo, coronado por una generosa y espesa capa de leche vaporizada. Esa capa de leche vaporizada tiene su rato de elaboración y su arte. Sería más fácil poner nata en spray sobre el café solo, pero entonces ya no estaríamos hablando de un auténtico Capuccino.

capuccino

Pues en la vida pasa un poco igual que con el Capuccino. Todos tenemos una amplia base de emociones y sentimientos que hemos desarrollado a lo largo de nuestra vida (el café solo) y luego por encima, a la vista de todos, presentamos una vistosa capa de nata en spray o de leche vaporizada. 

Nota: Nuestro cuerpo envejece y cambia con los años, por eso intentamos cuidarnos en la dieta, hacer algo de ejercicio, ponernos ropa favorecedora, broncearnos en verano, etc. Eso está muy bien, ¿y cómo cuidamos nuestra mente para mantenerla en forma y retrasar su envejecimiento? Al igual que no hay dietas milagro, ni los abdominales se ponen como tabletas de chocolate mientras dormimos, tampoco el cerebro evoluciona sin esfuerzo real.

Podemos aplicar el principio del Capuccino completando nuestra vida con un spray de nata y decorarla con un poquito de cacao, o con virutas de chocolate, o de colores, pero eso no va a sustituir a la leche vaporizada porque no es lo mismo. Ya, ya, se parece pero no es lo mismo. El otro, el auténtico, el de verdad, requiere de un esfuerzo, de preparación, de ilusión para que salga bien y por supuesto, de un poquito de tiempo.

Nadie llega a la meta sin esfuerzo, sin sacrificio, sin fracasar antes. Nada es regalado a cambio de nada. Todo requiere una gran fuerza de voluntad. ¿Quién nos ha mentido diciendo que no vale la pena esforzarse? ¿Quién nos ha mentido diciendo que tenemos derecho a alcanzar la meta solo con desearlo? Busquemos dentro de nosotros mismos y encontraremos muchos momentos en nuestra vida en que nos hemos sentido satisfechos de los logros conseguidos con trabajo y sacrificio. Las victorias así conseguidas se saborean de mejor manera y su efecto es indeleble en nuestras mentes y corazones.

Salgamos de nuestros día a día rutinarios y propongámonos retos que supongan esfuerzo; con perseverancia y fe conseguiremos llegar a nuestras metas.

¿Y si me caigo? pues a levantarse. Vivir es un juego apasionante y solo tenemos una partida, aquí no vale el “Game Over”.