Problemas y decisiones por obligación

Enumeraba Peter F. Drucker seis puntos para identificar y resolver problemas, tomando las decisiones correctas.

Hacía hincapié en que a la hora de tomar una decisión sobre un problema es fundamental que se hayan presentado alternativas, diálogos entre diferentes puntos de vista. Esto enlaza con otra idea del mismo autor: los líderes deben escuchar antes de actuar. En una sociedad empresarial basada en el ordeno y mando, tener líderes que sean capaces de escuchar a su entorno, para cuestionar sus propias decisiones, resulta bastante improbable.

Aunque la realidad nos demuestra, y parece de sentido común, que una decisión tomada por consenso se aplicará de una manera convencida y no de una manera obligada.

Profundizar en la causa de los problemas, buscar la raíz, es más productivo cuando se hace en una sesión conjunta que intentarlo uno solo. Las sesiones conjuntas permiten el diálogo, el cambio de opiniones y la permeabilidad sobre los criterios de actuación de cada uno. Claro que para llegar a este punto lo más importante es la confianza entre los interlocutores y la confianza en que el líder llevará a cabo la decisión consensuada.

Todo esto llevado con la diligencia debida, para no acabar en la vía muerta de la parálisis por el análisis.

Preguntar, escuchar, profundizar, consensuar y actuar asumiendo la responsabilidad de las acciones llevadas a cabo.

Parece fácil, pero lo complicamos tanto con la falta de humildad y los egos.

A dónde vamos a llegar

Poco importa si no hemos elegido el destino.

Da igual hacia donde sople en viento, mientras que vaya soplando vamos bien.

Esto, al final, se convierte en «si tengo dinero en caja es que el negocio va bien». Claro, mientras fluya la «pasta» nos creemos que somos unos craks, el problema vendrá el día en que los agujeros por donde se nos va el dinero sean mayores que la entrada del mismo. Parece mentira, pero son muchas las empresas y comercios que se rigen por el volumen de ventas o entrada de dinero en caja sin observar la rentabilidad.

¿Es importante la rentabilidad? Por supuesto, quién va a decir que no. Y ¿es importante fijar unos objetivos de venta? Clarooooooo, si no los comerciales se duermen. Muy bien y ¿Quién fija los objetivos de venta en función de la rentabilidad de las operaciones? Es decir, ¿Nos interesan todos los clientes? Nos interesan aquellos que no están solo porque somos su proveedor más barato, sino porque somos su proveedor de confianza, el que no falla, el que cumple.

Para conseguir esto no podemos quedarnos solo en la cifra de ventas, es necesaria una dirección por objetivos que implique a todas las divisiones de la empresa.

Para medir necesitamos estandarizar las operaciones (todas). Y para estandarizar las operaciones deberíamos saber para qué las hacemos y si, efectivamente, aportan un valor diferencial frente a la competencia.

¿Soy una empresa/comercio rentable?

¿Soy rentable para mis clientes?

¿Soy rentable para mis proveedores?

¿Soy rentable para mis trabajadores?¿Merece la pena trabajar aquí?

Pues no, no da igual para donde sople el viento.

El Olimpo convertido en out-let

Decía Henry Ford, que si le hubiera preguntado a la gente que querían para desplazarse de un sitio a otro, seguramente le hubieran dicho que una diligencia con más caballos, no un automóvil. Así que, parte del éxito de una empresa es encontrar lo que los clientes necesitan, mostrárselo y entregárselo a cambio de algo, dinero claro.

La diferencia entre el valor de uso de un bien y su valor de cambio la definía extraordinariamente Adam Smith en su obra «La riqueza de las Naciones» y, básicamente, consiste en la cantidad de dinero que estamos dispuestos a pagar para obtener dicho bien aunque su uso sea insignificante (diamante versus agua). Ayer estuve en el out-let de Plaza Mayor en Málaga y te das cuenta de la verdadera diferencia entre el valor de uso de un bien y su valor de cambio: según lo que quiera aparentar o la tribu a la que quiera pertenecer estaré dispuesto a pagar un mayor valor de cambio por tener esta o aquella marca, independientemente de que lo que necesite sea un sencilla camisa blanca.

Desde que los griegos «organizaron» el Olimpo de los dioses hemos estado consumiendo marcas: que si soy de Afrodita, que yo Poseidón, de Artemis, de Ares…

Poco hemos evolucionado en este aspecto. Como observaba Jung, estos arquetipos en forma de mitos, ahora de marcas, nos acompañan desde el inicio de la historia de la humanidad alojados en nuestro inconsciente colectivo.

Y con esta base en nuestro subconsciente el marketing solo tiene que llevarnos a un mundo en que estaremos dispuestos a pagar mucho más por el uso de un bien, porque sentimos que así cambiaremos nuestra vida.

Así nos va.

Fortnite, soldado del futuro

Estoy sumergido en el mundo Fortnite de mis hijos. Los veo jugar y compartir kills con sus squads a golpe de head shoot. Mientras miro, mi hijo mayor me dice: – Papá, en el futuro las guerras serán así, los soldados combatirán por ordenador mientras androides invaden las ciudades y arrasan con todo.

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Pues esto, que parece un simple comentario de adolescente, me encendió una bombillita: si ahora se pilotan drones desde una sala de mando y se dirigen ataques a objetivos a miles de kilómetros de distancia ¿quién nos asegura que, a día de hoy, nuestros hijos no están siendo entrenados para la guerra del futuro?

Incluso manejan su propio lenguaje: head shoot, kills, skins, rushear, campear, construir, no scope, farmear, lanza pepos… e incluso modos de juego donde forman squads de ataque internacionales (me encanta ver a mis hijos hablando en inglés para ver en qué zona del mapa de batalla aterrizan).

Claro que desde nuestra altura de padres pensamos que solo es un juego, aunque mi padre ya me decía de niño que cuando los americanos te enseñaban la bicicleta era porque ya tenían el avión.

Otra cosa que me sorprende es la facilidad con la que se suicidan en el juego. Al final es dejar que te maten para volver a empezar pero el uso del lenguaje fija las ideas en nuestra mente.

Como criticar es fácil, vamos a intentar construir para nosotros a partir del éxito de Fortnite: ¿por qué no enseñamos matemáticas o informática para construir juegos así? ¿por qué en clase de inglés no montamos squads con jugadores de otros países? ¿por qué no enseñamos historia a través de la estrategia que siguieron reyes, reinas y emperadores?

¿Y si copiamos para nuestras empresas el diseño de recompensas de Fortnite? Vamos consiguiendo experiencia en nuestros trabajos, lo que permite acceder a recompensas estéticas. Sí estéticas, porque ¿de que sirve tener recompensas si nadie se da cuenta de ello?

Escrito en colaboración con Guillermo y Gonzalo Ramos Tarifa.

 

 

ORGANIZACION ANTIFRAGIL

La palabra antifrágil la he tomado prestada del líbro del autor Nassim Nicholas Taleb «Antifrágil«, donde desarrolla su estudio sobre lo que él denomina la triada: frágil – robusto – antifrágil. La verdad es que me ha costado leerlo, porque tiene momentos de lectura bastante farragosos, aunque me ha sido de gran ayuda para comprender y desarrollar este concepto de antifrágil para las organizaciones y empresas.

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Vamos a empezar la casa por el tejado. Estamos sobradamente bombardeados por superempresas de aparatosas estructuras, con múltiples departamentos y de grandes complejidades organizativas. Han ido creciendo a lo largo de los años acoplando departamentos, dividiendo y repartiendo personal de un lado a otro sin que sepan muy bien lo que tienen que hacer. Se parece bastante a cualquier tipo de gobierno (venga, vale, habrá alguna excepción).

Usaré la metáfora de la mesa (idea mía): preparamos en casa una reunión de amigos, unas doce personas, y tenemos una gran mesa de comedor de alas desplegables de estas que no solemos usar nunca. Cuando vamos a preparar la mesa y la abrimos en toda su dimensión nos damos cuenta de que sus cuatro patas son bastante finas como para soportar toda la estructura y las alas abiertas de la mesa ceden ante el peso de la vajilla y el resto del servicio de mesa. Ya han llegado los invitados. ¿Qué hacemos?

Seguramente criticaremos en primer lugar al que nos vendió esta mesa como la mejor, por supuesto al fabricante que no se le ocurrió verificar que la mesa soportara un peso considerable, y como tengamos algún amigo «especialito» que nos ofrezca sus sabios consejos ya tenemos la comida echada por tierra.

¿Soluciones? Fácil: un tablero más grueso que no ceda, en vez de cuatro patas al menos seis, …

Esto pasa en las organizaciones. Buscamos arreglar el resultado del problema con más burocracia, con más registros, con más controles, con el vigilante del vigilante, con más y más estructura, …

¿Y si en vez de poner un tablero más gordo y más patas creamos una mesa nueva con un diseño diferente, no más robusto, no más pesado, no con más estructura?

Crear un diseño sencillo y antrifrágil, volver al origen, ese es nuestro reto.

La naturaleza lo ha hecho siempre, los diseños de vida más sencillos y simples son antifágiles frente a los grandes cataclismos.

¿Sobreviviremos haciendo lo mismo que estamos haciendo?

Feliz Verano.

 

Photo by David Clode on Unsplash

 

Cuando crece, o no, tu empresa

Cuando una empresa crece, o no… Traigo a mi blog, de nuevo, la fantástica colaboración del experto financiero Francis Ariza que siempre nos hace reflexionar sobre el estado de nuestras empresas.

Cuando una empresa crece, porque ha tenido una buena política de ventas, crece su facturación, y por ende su beneficio. Otras menguan su beneficio, debido a una crisis por ejemplo, o por incremento de la competencia que hace caer su margen para poder competir. La gestión debe adaptarse y ponerse el traje adecuado para la ocasión, en caso de no hacerlo ese crecimiento puede verse rápidamente lapidado o bien, si va mal, le puede ir aún peor.

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Hay que pensar que no todas las empresas necesitan lo mismo, y que implantar, por ejemplo, la política en gestión de cobros que sigue Amazon o Mercadona en una tienda de barrio puede ser nefasta para esta y viceversa. Son muchas las variables que hay que analizar y los aspectos a tener en cuenta son muy diversos, pues repito las circunstancias no son las mismas incluso para empresas del mismo segmento con una facturación similar. Y es aquí donde entra en juego la filosofía de la empresa.

En uno de mis primeros post definía la empresa como un organismo que necesita adaptarse al sistema para sobrevivir, y ello incluye adaptar algunos elementos de su gestión pero sin llegar a trastocar su filosofía. Pero ocurre que muchas empresas que crecen bien y sobretodo que crecen mucho en poco tiempo, tardan en reaccionar o están acomodadas como para hacerlo y mantienen procesos de gestión de la información del jurásico. Esto hace que se estén empleando recursos como el dinero y el tiempo en tareas obsoletas, que en lugar de desperdiciarse de esa manera podrían invertirse en otros aspectos de la empresa.

Hoy en día hay multitud de herramientas informáticas más y menos complejas de utilizar que puede solventar todo esto en gran parte. Estamos hablando de las grandes opciones que ofrecen ya todos los programas de gestión, que algunas empresas erróneamente solo utilizan para la contabilización de las facturas y poco más; también tenemos Excel que con un poco de pericia puede solucionarnos grandes problemas; hay también herramientas online que van desde coordinación de trabajo cooperativo hasta almacenamiento eficaz de la información. Incluso hay unas que son más caras y por tanto mejores o incluso estupendas aplicaciones para empresas que son gratuitas. Esta última opción es especialmente recomendable para empresas que están empezando o pequeños autónomos que comienzan su aventura. Pero repito, si sigues creciendo te merece la pena gastarte dinero en un programa de gestión que ofrezca mayor soporte. Es necesario innovar constantemente y ser eficientes siempre en todos los recovecos que pueda esconder la gestión de la empresa, esto se traduce siempre en rentabilidad.

Por consiguiente, nos damos cuenta que realmente depende todo del espíritu del empresario y de sus responsables, de su capacidad de querer cambiar para avanzar. Lo que si se tiene que quedar claro es que herramientas hay pero que, sobre todo, hay que tener el deseo de cambio o al menos delegar y depositar toda tu confianza en alguien que lo haga por ti.

 Francis Ariza es economista, experto en consultoría fiscal y financiera.

 

 

 

Photo by rawpixel on Unsplash

Dale ritmo a tu negocio

Cuando hay ritmo a nuestro alrededor tendemos a acoplarnos al mismo, y esto pasa en una fiesta, en la vida y en los negocios.

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Paseabamos este pasado fin de semana por Málaga, ciudad de moda sin lugar a dudas, y me preguntaba ¿qué estará haciendo Málaga para estar tan de moda? Sin entrar en colores políticos, no cabe duda de que la gestión de su actual alcalde, Paco de la Torre, ha situado a Málaga como una de las grandes capitales españolas.

Nos sorprendió entre las calles una charanga tocando a ritmo de batucada. Lógicamente había muchas personas alrededor grabando con móviles sin estar pendientes del ritmo (hay quien sigue prefiriendo ver la vida a través de una pantalla) pero otros bailaban y se movían al compás (más o menos) de los tambores, congas y silbatos.

Estuvimos tapeando en una tasca llamada «La Tranca» y lo pasamos muy bien. Un ambiente distendido, bien atendidos y con mucho ritmo tras la barra llevado por su propietario. Nada más asomar la cabeza por la puerta ya nos había localizado un hueco para acoplarnos y poder degustar sus vermús y raciones. Lo hacía con todos los que asomaban la nariz por la puerta. No paraba de darle ritmo a su negocio.

Por la tarde, siguiendo el paseo, encontrábamos negocios abarrotados y otros vacíos. Seguramente los dueños de estos últimos se preguntarán por qué llena el vecino y ellos no, y encontrarán la justificación en la suerte que tienen los demás y que ellos hacen lo que pueden y no obtienen resultados.

Nos falta darnos cuenta de que los negocios, como nuestra propia vida, necesitan de ritmo para avanzar, da igual que sea por el Fary, Debussy o Queen. No podemos quedarnos esperando a que venga un mago y nos toque con su varita mágica. Todo requiere esfuerzo y constancia .

Dale ritmo a todo lo que hagas aunque no sepas bailar. MUÉVETE.

Emprender: alto riesgo

Emprender es una actividad de alto riesgo, a la que ahora se suma otro factor altamente peligroso: la banca está empezando a prestar dinero alegremente, fácil y barato (se estaban quedando sin negocio).

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El principal obstáculo para emprender suele ser la financiación, y si ahora la encontramos fácilmente es probable que nos lancemos a montar nuestro negocio sin analizar debidamente los riesgos (lo sé por dolorosa propia experiencia)

Cuando arrancamos nuestro proyecto nos podemos encontrar con menos ventas de las calculadas, imprevistos, retrasos en los proveedores, averías, permisos que no llegan… Todo esto consume tiempo. Si lo primero que hacemos es firmar el crédito, todo el tiempo que transcurra hasta conseguir ingresos deberá ser lo más corto posible.

El director de la entidad podrá ser amigo nuestro desde la infancia, pero en el momento que tengamos un retraso en un pago se acabará la amistad y comenzarán los problemas. Por tanto, cuando te financies busca la operación que mejor se adapte a tus circunstancias y necesidades, nunca negocies en base a una amistad.

El papel lo aguanta todo, así que pon por escrito tu proyecto, teniendo en cuenta al menos lo siguiente:

  • ¿En qué soy bueno? Emprende dominando la actividad que vas a hacer.
  • ¿Seguirá siendo viable mi negocio dentro de cinco años? La tecnología avanza, ¿seguirán existiendo las tiendas de ropa o comprará todo el mundo por Internet?
  • ¿Quién es el líder de mi posible competencia? ¿Qué hace diferente a los demás?
  • ¿Cuánto me va a costar montarlo? ¿Me lo puedo permitir?
  • ¿A qué segmento de clientes me voy a dirigir?
  • ¿Dónde encuentro a los clientes?
  • ¿Cómo los llevo hasta mi negocio?
  • ¿Cuánto tiempo puedo «sobrevivir» sin ingresos?
  • ¿Me apoya mi familia’ ¿Por qué?

Es difícil montar un negocio y que empiece a funcionar generando beneficios rápidamente. Todo requiere tiempo y, a veces, no tenemos en cuenta esos plazos.

Una regla básica: cuando tengas tu proyecto desarrollado, conociendo los importes y tiempos, increméntalo todo un 30%. No puedes ir justo porque lo pasarás muy mal.

No olvides que cuando emprendes «arrastras» a tu familia contigo, asegúrate de tener los deberes bien hechos.

Emprender es una actividad de riesgo, no lo conviertas en una condena por la deuda que contraigas.

Planifica, planifica y planifica.

Triunfar en la vida

Vivimos en esta sociedad tan de cara a la galería que nos esforzamos un día tras otro en que nos vean cada vez mejor: un coche más grande, un cuerpo perfecto, una casa enorme, el smart phone ultimísimo, restaurantes de lujo, amigos de «nivel y taco» (otra tribu más)…

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Y yo me pregunto: ¿esto de triunfar en la vida es un título que me dan, que me adjudico, o es realmente un sentimiento en mi interior?

Todos tenemos aprendido aquello de que necesitamos el pensamiento positivo, empoderarnos y pensar que podemos con todo. ¿Qué pasa cuando vuelvo a casa y cierro la puerta? ¿Soy capaz de hacer una lista con lo que me falta para triunfar en la vida?

A lo mejor la lista es más corta de lo que pensamos: salud y…

Y esto de triunfar en la vida es ¿que triunfe yo de cara a los demás, de cara a mi mismo o que ayude a que otros triunfen?.

A lo mejor se trata de hacer más felices a los demás, empezando por uno mismo. Una vez más: la felicidad no es lo que tenemos, es lo que damos.

El bien más preciado que tenemos es nuestro tiempo. Lo podemos emplear en acumular o en ayudar a los demás a hacerlos crecer. Esa ayuda la puedo enfocar en una ong, y también en hacer crecer mi empresa, mejorando el equipo humano, ofreciendo mi ayuda para que avancen y se desarrollen como personas. Contagiando la felicidad que produce en nosotros el comprobar que gracias a nuestra ayuda alguien a podido avanzar en su camino para triunfar en la vida.

Yo creo que triunfar en la vida no tiene que ver con la cuenta corriente.

Triunfar en la vida es acabar el día sabiendo que hay personas que son mejores y más felices porque tú has estado ahí.

Brillar con luz propia

Es difícil elegir un modelo equilibrado de vida donde podamos demostrar aquello de lo que somos capaces sin parecer por ello pretenciosos o superiores a los demás.

Educar a nuestros hijos como ganadores para que queden por encima de los demás es dejarles a las puertas del abismo cuando la vida les enseñe que también existe el fracaso. Y el fracaso solo es un punto de partida para seguir avanzando, no es el final, ni el principio, simplemente es algo más que ocurre en nuestras vidas.

He traído este trocito de la película de Entrenador Carter porque no habla de las victorias ni de las medallas que nos colgamos, sino de brillar con luz propia para ayudar a los demás. Para ayudarnos a nosotros mismos.

Estamos rodeados de infinidad de personas que son auténticos héroes, que pelean cada día para sacar a sus familias adelante, que intentan ir a todos los partidos de sus hijos, que ayudan a la comunidad, que siembran y siembran sin esperar cosechar.

Estas personas anónimas son las que tienen que dar un paso adelante para brillar con su propia luz, para hacer brillar a todos los que tienen a su alrededor con la propia luz de cada uno.

El esfuerzo de cada día por querer ser mejores de lo que fuimos ayer, el levantarnos después de una nueva caída, el abrazo sincero, los buenos días con una sonrisa, el beso sin prisas, escuchar al otro con verdadero interés, ayudar sin esperar nada a cambio, amar por encima de todo, esto es lo que marca la diferencia entre los seres humanos.

Las fachadas, como el tamaño del coche, los números de la cuenta corriente o la ropa de diseño, no significan nada. Todo se cae tarde o temprano cuando no hay pilares profundos; porque lo realmente importante son los principios que nos hacen caminar por la vida siempre adelante y brillar con luz propia.