TRABAJAR CON ALEGRÍA

Ya estamos de vuelta. En realidad no es que nos hayamos ido a ningún sitio, sin contar viajar claro. Seguimos siendo los mismos por dentro salvo cartarsis de cambios por impacto vital.alegria autoestima Antequera feriaCuando les recuerdo a mis hijos que las vacaciones están terminándose y que espera el colegio se ponen un poco tensos, empiezan a contar los días que aún les quedan y me piden que no se lo vuelva a recordar.

Con nuestros trabajos ocurre igual: fantásticas vacaciones, comidas con amigos, copas, noches largas y un sin fin de actividades para demostrarnos que estamos vivos, es más, que hay vida después del trabajo y que las vacaciones son un fiel reflejo de ello.

Claro que ahora vienen las denominadas depresiones post vacacionales, que se parecen bastante a esos momentos (sobre todo en mi adorable Andalucía) cuando te subes en el coche de un amigo y te dice que el aire acondicionado no funciona. Ya no nos acordamos de esos viajes con las ventanillas abiertas por donde sacábamos nuestros brazos (regañina de padres incluida) y hacíamos como alas de avión. Se ve que me estoy haciendo mayor.

En Antequera celebramos la feria a final de agosto y en esta ocasión, tras varios años de no hacerlo, mi Cofradía del Señor del Rescate y María Santísima de Piedad ha participado en las casetas de feria. Esto se parece mucho a la vuelta al trabajo después de las vacaciones y a cuando no había aire acondicionado en los coches, porque hay quienes no recuerdan que paliza te das currando en la caseta y hay quien no lo ha vivido y te mira como si para ellos fuera el esfuerzo más grande del mundo.

En esto de montar la caseta cofrade tengo experiencia de primera mano cuando tuve el honor de ser Hermano Mayor de la Cofradía hace varios años. Recuerdo que al terminar la feria e ir a desmontar la caseta el lunes por la mañana miraba a mi queridísimo compañero Paco García (un ejemplo para mí) y le preguntaba:

– Paco ¿cuántos somos?

– Contigo somos dos.-  Me decía sin perder ni la sonrisa ni el ánimo. – Así que a trabajar con alegría.

Cuando nos hemos visto en la caseta de este año lo primero que me ha dicho ha sido: – Guillermo, a trabajar con alegría.

Mucho ánimo, feliz vuelta de las vacaciones y

A TRABAJAR CON ALEGRÍA.

 

Photo by Marten Bjork on Unsplash

Huesos del montón

Ya sé que esto de huesos del montón suena a título raro, sobre todo teniendo en cuenta que pretendía hacer una reflexión de cara a las vacaciones de verano, pero como escribo en mi blog, pongo lo que me da la gana (increíble libertad). Vaya por delante que me voy a tomar unos días de vacaciones blogueras, que siempre viene bien dejar atrás las obligaciones aunque sean placeres.

coaching huesos vida muerte éxito

Ya se le ocurrió a Shakespeare, a través de su complejo Hamlet, reflexionar sobre quién es capaz de distinguir a los ricos de los pobres, a los poderosos de los humildes, convertidos todos en huesos del montón.

Podemos creer en Dios o no, pensar que somos un accidente natural, que nos hemos reencarnado o que lo haremos en un futuro… lo que sí pienso es que tenemos todos alma. Lo repito con mayúsculas: ALMA.

Luego si tenemos alma y ésta se aloja en nuestro cuerpo, en este montón de huesos bien dispuestos que le dan soporte, ¿con qué la estamos alimentado?

Alimentamos nuestro cuerpo primero por necesidad y luego por placer, anteponiendo lo segundo a lo primero siempre que es posible. Ay, el placer (lo material), ¿hacia dónde nos arrastra?

Pensando en un esquema sencillo descubrí que ya estaba inventado, como todo lo que no tiene que ver con lo material:

  • Nacemos. O reencarnamos, según se prefiera. La segunda opción es más compleja ya que requiere buscar la familia en la que reencarnarse. Siempre resulta más cómodo pensar que no hemos podido elegir, que tenemos la familia que nos ha tocado.
  • Crecemos. El crecer es cosa nuestra, aunque para hacerlo tenemos que alimentarnos (el cuerpo y el alma). ¿Quién nos alimenta y cómo? Una vez creciditos ya somos capaces de alimentarnos por nosotros mismos (repito cuerpo y alma), aunque es más cómodo que nos sigan alimentado que esforzarnos en hacerlo nosotros (de nuevo repito cuerpo y alma).
  • Reproducimos. Qué divertido es; que complicado cuando lo divertido se convierte en niños y niñas. En esta fase volvemos al punto anterior aunque cambiamos los papeles ¿con qué los alimento (cuerpo y alma)?
  • Morimos. Aquí está el gran avance de la ciencia. Ya lo decía Emilio Duró en su conocidísima conferencia: el gran avance de la humanidad es el aumento de la esperanza de vida. Como esto siga así, a los 90 vamos a seguir pensando que somos jóvenes. Pero claro, este avance de la ciencia se ocupa de que vivamos más años y con mejor calidad de vida, en este caso del cuerpo. Y¿quién se ocupa de que tengamos mejor calidad de vida para nuestra alma?

Vivimos en un mundo dualista: luz/oscuridad, amor/odio, sol/luna, guapo/feo, delgado/gordo, caro/barato …, VIDA/MUERTE.

¿Vivir como si no hubiera un mañana o pensando que hay un mañana para el que hay que vivir?

¿Vivir pensando en qué dejaremos para ser recordados o vivir pensando qué haremos para ser recordados? Cuerpo o alma, material o espiritual.

Feliz verano.

 

Emprender. Ayúdame a dar el primer paso

«Ayúdame a dar el primer paso«, eso es lo que nos dicen muchas personas a lo largo de la vida. No me refiero a dar la mano para evitar un tropezón por la calle, o ese último paso en la montaña para llegar a la cumbre.

Consultor y coach de empresas y emprendedores

Ayudar a dar el primer paso a los demás debería ser un ejercicio habitual de nuestro día a día. Para ayudar y que nos ayuden. Lo que ocurre a veces es que igualmente tropezamos y entonces le echamos la culpa al que llevamos de la mano.

Esto le pasó hace unos días a una señora que iba con su hija pequeña de la mano. La niña tropezó y casi hizo caer a la madre. No tuvo la criatura suficiente con caerse, sino que su madre le pegó un broncazo porque había tropezado. Supongo que la niña se lo pensará la próxima vez que su madre le diga que le de la mano: «Total, ¿para qué? si tropiezo y encima me regañas, prefiero andar sola».

Nunca dudamos de que un niño pequeño que empieza a gatear acabará andando. Es más, si en sus primeros pasos se cae lo animaremos a levantarse y a seguir intentándolo. Al principio le daremos las dos manos para ayudarlo en esos primeros pasos, luego solo una mano, un dedo y, por último, lo alejaremos un poco de nosotros y lo llamaremos para que de esos primeros pasos en libertad. Nadie lo juzga.

Si practicásemos esto mismo con nuestros equipos de trabajo seguramente nos llevaríamos más de una sorpresa agradable. Si diéramos la mano para alcanzar las cimas juntos, para subir los escalones de una empinada escalera, o servir de apoyo cuando el suelo está resbaladizo, nos sentiríamos mejor. Mucho más seguros, tanto el que da como el que recibe.

Lamentablemente, en muchas empresas hay más gente mirando a ver si tropieza el compañero, para reírse de él, que los que están dispuesto a ayudar.

Igual pasa con los emprendedores. Es más fácil joderles el sueño de emprender su proyecto que darles la mano para ayudarles a conseguirlo.

Debe ser que la vida es así. ¿O no?

 

 

 

Éxito: el plato del día

La semana pasada me invitaron a dar una charla en la ceremonia de graduación del IES Pintor José María Fernández en Antequera. Fue un acto muy bonito en el que me encantó participar. Como se trataba de alumnos de segundo ciclo formativo se me ocurrió que podía hablarles de emprender y como estar más seguros de alcanzar el éxito.

Asesoramiento-emprendedores-y-empresas-Málaga

Es difícil hablar de cómo alcanzar el éxito y que comprendan que no se trata de tener el mejor coche o la mejor casa, sino de ser mejores de lo que eramos ayer. Vivimos en la era de la inmediatez, donde queremos tenerlo todo ya. Navegamos por Internet y nos aparecen anuncios de objetos que buscamos alguna vez, publicidad para ser más felices y los artículos para alcanzar las metas en cinco sencillos pasos.

Solo vemos los triunfos de los deportistas, las medallas ganadas, los trofeos conquistados, el dinero ganado. Éxito, éxito, éxito. Dinero, dinero, dinero.

¿Cómo le explicas a los recién graduados que van a tener múltiples fracasos? ¿Cómo les cuentas que la vida es un caer y levantarse? Enseñarles que lo importante no es la meta, sino el camino recorrido en la dirección correcta y que ésta la indica la brújula de tu conciencia y tus valores. Es difícil porque todo esto está oculto bajo gruesas capas de publicidad, del «yo me lo merezco», del egoísmo. Cómo explicas que el dinero solo es un objeto más a coleccionar, más allá de una herramienta de intercambio.

Para emprender con éxito, y no me refiero a ganar dinero, sino a estar satisfechos con nuestro trabajo, debemos tener en cuenta algunos puntos clave:

  1. Descubrir nuestro talento. ¿En qué somos buenos? ¿Cuáles son nuestras capacidades?
  2. Conocimiento. No se trata saber que somos buenos, hay que estudiar más, prepararse mejor y estar dispuestos a aprender.
  3. Humildad. Siempre hay alguien que me puede servir de modelo, que me puede enseñar.
  4. Esfuerzo. La vida no es gratis, todo se consigue con esfuerzo. No hay varitas mágicas ni píldoras maravillosas.
  5. Tiempo. No podemos querer hacer de todo. La vida es corta, pero también es larga cuando se nos hace cuesta arriba. Hay que seleccionar bien dónde empleamos nuestro tiempo y con quién. El tiempo es nuestro mayor tesoro.
  6. Sacrificio. Que nadie piense que el éxito se consigue sin sacrificio. Requiere un gran esfuerzo, tanto nuestro como de las personas que nos rodean.
  7. Pasión. O le ponemos pasión, amor, garra, a nuestra vida o nunca llegaremos a la meta deseada. Las cosas no ocurren sin más.

Alcanzar el éxito, emprender con seguridad, se consigue trabajando en equipo. No pasa nada por levantar la mano y pedir ayuda.

Emprender en soledad. ¿Cómo se te ocurre?

Nótese la diferencia entre emprender en «soledad» o en «solitario». Define el diccionario la soledad como carencia voluntaria o involuntaria de compañíamientras que solitario como solo, sin compañíaPor tanto son dos cosas diferentes que, traducidas a idioma común, podríamos interpretarlas como que en solitario es sin socios y en soledad sin apoyos.

En nuestra entrevista televisiva, mi querido amigo Manuel García de la Vega dejó deberes muy claros a todos los que quieran emprender y tengan (permítanme expresarlo a mi manera) dos dedos de frente. Estableció los siguientes puntos:

  1. Saber el coste de lo que vamos a emprender. No sólo el económico (que es obvio), el coste humano. ¿Qué cantidad de nosotros estamos dispuestos a poner en el proyecto y a cambio de qué: de la familia, de los amigos, de los hobbies,…?
  2. Exponer nuestra idea, dispuestos a escuchar las críticas, a distintas personas:
    1.  Nuestra pareja, padre o madre, hermanos, en definitiva alguien de nuestro entorno familiar.
    2. Un amigo allegado, alguien que no tenga miedo a decirnos que nos estamos equivocando, alguien que nos pegue los pies a la tierra (que poco valor le damos a nuestro «Pepito Grillo»).
    3. Un profesional, que nos aporte una visión práctica de la viabilidad del proyecto al que nos vamos a enfrentar.
  3. Palpar la competencia. No nos creamos más listos que los que lo intentaron antes. ¿Quién es la competencia? No tiene que ser del mismo sector, la competencia es allí a donde va el dinero de nuestros clientes en vez de venir a nuestra caja. En nuestra ciudad o fuera de ella, qué está haciendo, quiénes son sus proveedores, cómo ofrece el producto a los clientes,…

Un emprendedor debe ser ambicioso, sin duda, pero también necesita una alta dosis de humildad y de sentido común para ver y aprender de lo que otros han hecho antes que él o ella.

Ya saben que no me canso de repetir que no hay varitas mágicas ni píldoras maravillosas, todo se consigue con esfuerzo.

Y la vida no es el importe de nuestra cuenta corriente en el banco, es el importe de nuestra cuenta corriente en el corazón de los demás, factor a tener muy, muy, muy en cuenta.

 

Emprender con la mirada de tigre

Mi buen amigo @MikeRuz, empresario con la cabeza muy bien amueblada, me recomendó leer un libro de Fernando Trías de Bes: «El libro negro del emprendedor». Mi amigo lo lee cada cierto tiempo porque es un buen antídoto contra los cantos de sirena que nos hacen lanzarnos a proyectos sin tener los deberes hechos.

Es un libro muy interesante. Sobre todo me han gustado mucho dos conceptos que debemos tener en cuenta a la hora de emprender: motivo y motivación.

La definición que nos aporta la Real Academia de la Lengua sobre estas dos palabras es la siguiente:

  • Motivo: 1. adj. Que mueve o tiene eficacia o virtud para mover.
  • Motivación: 3. f. Conjunto de factores internos o externos que determinan en parte las acciones de una persona.

Es decir, tener un motivo para hacer algo no implica que tengamos la motivación. Esto debe ser un punto muy importante a la hora de emprender, la motivación es la que nos hará levantarnos temprano, ilusionados y felices (pese a las dificultades), trabajar los fines de semana, que no miremos el reloj,…Todo lo necesario para emprender con mayores garantías de éxito.

La saga de Rocky puede gustar más o menos pero tiene momentos que podemos emplear para motivarnos. Al final no deja de ser un «caerse y levantarse» tan real como la vida misma, y un ejemplo práctico de motivo y motivación lo encontramos en Rocky III. En esta película el motivo es recuperar el título de campeón y la motivación de traduce como la mirada de tigre.

No hay varitas mágicas ni píldoras maravillosas, todo se consigue con esfuerzo. Esto debería ser el título de cabecera de todos los seminarios y encuentros de emprendedores. Se ha puesto de moda emprender, hasta en los colegios damos charlas sobre lo importante que es descubrir nuestros talentos y enfocarlos en propuestas de valor que se puedan desarrollar como negocios. Está muy bien, pero no olvidemos que las ilusiones, los proyectos cargados de amor, los motivos más sinceros para emprender, todo, puede quedar en la nada o, lo que es peor, con deudas por pagar.

Seguramente, para emprender nos sobran los motivos.

Seguramente, para emprender nos falta motivación.

Solo tenemos que encontrar aquello que nos haga tener la mirada de tigre.

Fantasía, Proyecto, Realidad

Me ha encantado comprobar que los emprendedores a los que he entrevistado para la tele, tienen en común el título de este post. En sus cabezas jugaban con la fantasía de emprender, de ser sus propios jefes, de intentarlo. Esa fantasía, mediante horas de estudio, consejos, opiniones a favor y en contra y muchos números, se transformó en un proyecto y hoy en una realidad de éxito. Persiguieron sus sueños hasta conseguirlos (¿verdad Alberto?).

fantasia 1142

Aunque no podemos olvidar que la mente (nuestra mente, nuestra vocecilla interior) tiende a fastidiarnos siempre que hay ocasión, motivo por el que tenemos que tenerla a raya. Tras las dedicatorias y agradecimientos de corazón, comencé mi libro «La Vida no es Gratis» con una maravillosa frase de René Descartes: «Mi vida estuvo llena de desgracias, muchas de las cuales jamás sucedieron».

Y es que por mucho que nos digan, que leamos, que recemos, o supliquemos, no podremos borrar las desgracias imaginarias a las que nuestra mente nos expone a no ser que cambiemos nuestra actitud, nuestro pensamiento. Al final son muchos los miedos que nos atenazan, que nos impiden salir de la archinombrada «zona de confort», miedos que nos impiden emprender. Seguimos dándole vueltas a lo mismo sin saber salir del bucle y sin avanzar, debilitándonos, vamos perdiendo confianza en nuestras propias capacidades.

Así que para poner en jaque a nuestro pensamiento se me ha ocurrido pasar esos pensamientos por el filtro de las tres palabras del post. A ver, esto que me está manifestando mi pensamiento (esa vocecilla interior) ¿es una fantasía? Por mucho que me lo imagine con todo lujo de detalles (ya sea positivo o negativo) no va a ocurrir por sí mismo. ¿Es un proyecto? Si la respuesta es afirmativa nos pondremos manos a la obra, así que a ponerlo por escrito, dividido en partes y con un horizonte temporal aceptable. ¿Es una realidad? Hace un frío de cojones en mi Antequera y esto no es ni fantasía ni proyecto, lo hace y punto. Es un hecho contrastado que no puedo cambiar, salvo mi actitud frente al mismo.

Vamos a ponerle freno y a pedirle explicaciones a esa «vocecilla», ya verás como la iremos escuchando menos negativa y más en línea con aquello que realmente nos favorece.

Las metas del camino de la vida

Nos pasamos la vida queriendo alcanzar las metas que nos prometen la felicidad: aquel magnífico coche, la casa de tus sueños, el trabajo más reconocido, el amor de tu vida…

guille-basket-blog

La foto que acompaña a este post se la hizo César Pérez Díaz a mi hijo Guillermo (el de la camiseta verde), entrando a canasta en un partido de basket. La foto me encantó, recoge un instante de esfuerzo, de ilusión, de belleza en ese salto buscando el aro. La verdad es que no recuerdo si entró o no el balón, tampoco era la final del campeonato, ni la canasta fundamental del partido. A veces, vivimos tan obsesionados con el resultado que nos perdemos el juego. Tan obsesionados con las metas que nos perdemos la vida.

Quizás, deberíamos pararnos a reflexionar si las metas alcanzadas nos han proporcionado estatus social y nada de felicidad (o al menos no la suficiente para justificar el esfuerzo).

Si todo lo que hemos perdido en el camino justifica nuestra tristeza y desamparo, o solo forma parte del aprendizaje vital por el que todos debemos pasar.

Es muy difícil enfrentarte a la realidad de cada día, sobre todo cuando no te gusta, cuando no tienes ilusión, aunque debemos tener absolutamente claro que sin andar el camino no llegaremos a ningún sitio. No podemos quedarnos sentados esperando a ver que pasa, esperando que alguien venga a rescatarnos, buscando la píldora de la felicidad.

Hay que moverse, hay que recorrer el camino. Un día lo haremos cantando al sol y otro con la cabeza agachada bajo el chaparrón de nuestras propias lágrimas, aún así hay que seguir andando.

Nos han educado para pensar que nos hará felices obtener aquello para lo que tanto esfuerzo hemos empleado. Y nos pasamos la vida buscando la felicidad en las metas, olvidándonos de disfrutar del camino.

Dice Jorge Bucay en su libro «El camino de la Felicidad»:  si vives pensando cómo deberían estar siendo las cosas para poder disfrutarlas, entonces no hay conexión con lo real y sin ello no hay una verdadera vida. Vivimos frustrados por no tener aquello que queremos (generalmente porque lo tiene el vecino y yo no) y de esta forma nos perdemos lo importante de la vida, que es disfrutar de cada instante, de cada entrada a canasta.

Emprender con éxito: paso 1

A la hora de emprender debemos analizar muchos factores. Para mí, el principal punto a tener en cuenta es saber quien va a ser mi cliente, a quién le voy a vender. Si no vendo, no ingreso y si no ingreso, no como. Sí, he dicho vender, no que me compren. No es lo mismo ni de lejos.

pesca-en-lago-1142

Lo primero que deberíamos pensar (a parte de tener identificado nuestro talento y generar ideas) es a quién le vamos a vender nuestro producto o servicio. Podemos tener ideas maravillosas que solo nos gusten a nosotros y que, por tanto, no se las consigamos vender a nadie, entonces adiós negocio, dinero, tiempo y lo que es peor ilusión.

El número uno de los trece errores a la hora de emprender, que comenta Azucena Fraile, es el de creer que tu idea es infalible y lanzarte a emprender sin más.

Ya hemos visto en otros artículos que podemos y debemos generar ideas para emprender y desarrollarnos en la vida (no solo hablo de trabajo), partiendo de nuestro talento. Pero cuando montamos una empresa o un comercio guiados solo por nuestro corazón y por la maravillosa idea que se nos ha ocurrido podemos estrellarnos con facilidad y tener que aguantar a más de uno decirnos, con gesto torcido, la maravillosa frase de «esto ya lo sabía yo, mira que te lo dije».Aunque solo sea para no darle el gustazo a los capullos que piensan así vamos a medir muy bien todo aquello que acometemos.

Pongamos como ejemplo abrir una tienda de artículos de pesca, (actividad a la que debería ser aficionado, porque sino no se entendería que abriera una tienda de algo sobre lo que no tengo ni idea).

Al margen de la inversión en material, búsqueda de proveedores, local y una larga lista de detalles, vamos a centrarnos en nuestro posible cliente. Lo primero será saber cuántos clientes potenciales hay. ¿De dónde puedo sacar la información? Por regla general los aficionados a algún deporte o actividad se suelen agrupar en peñas o asociaciones así que de aquí puedo obtener estos datos.

Una vez conocido el potencial número de clientes que puedo tener, estaría bien saber quien va a ser mi competencia y no sólo a nivel local, también provincial o comarcal, sin olvidar Internet (hace años que mi amigo Koke compra material de China por esta vía).

Una vez controlados estos aspectos también debería saber cuándo le interesa a mi posible cliente comprar, porque a lo mejor se me ocurre abrir en horario de comercio y mis potenciales clientes prefieren comprar los sábados o los domingos antes de salir de pesca y resulta que el resto de los días no vendo un anzuelo.

Y claro, también me tengo que posicionar en la mente de mis posibles clientes haciéndome un hueco para que me tengan presente a la hora de comprar material, lo que me obligará a presentarme a las peñas y asociaciones, patrocinar concursos de pesca y a frecuentar los lugares donde se reúnen. Se hace también imprescindible usar las redes sociales y, por supuesto, disponer una página web donde pueda vender lo mismo que tengo en la tienda a todo el mundo; estamos en un mercado globalizado que no entiende de horario comercial.

Esto es como correr una maratón sin entrenar. ¿A quién se le ocurre montar un negocio sin pensar en el cliente?

 

Hijos míos: la vida es así… o no.

Estoy leyendo «El camino del encuentro», un libro de Jorge Bucay que me prestó mi querida amiga Gloria. Entre otras cosas, tiene dedicado un capítulo a los hijos y en éste dice: …yo no puedo asegurarle (a mi hijo) que si estudia una carrera y es un trabajador honesto, va a poder comer todos los días. Y él lo sabe. El mundo es incierto para nuestros hijos. No es nuestra culpa pero es así.

hijos-mios-1142

Total, que me ha venido a la cabeza que aquello que sirvió para educarme no va a servir para educar a mis hijos. Pensaba que si alguno de mis niños (tengo dos maravillosos hijos) me dijera: «papá, de mayor quiero ser piloto de avión de pasajeros» tendría que contestarle que no puede serlo porque los dos son miopes, y claro… Aunque también he pensado que lo mismo dentro de 10 años da igual porque los aviones se pilotarán desde una sala, con un ordenador y no hará falta piloto a bordo.

En fin, que es un lío esto de tener que anticiparse al futuro para saber cómo orientar a los hijos, sobre todo si pensamos en términos comerciales. Es decir, para que se puedan comprar una casa, un coche, un barco y tengan vidas maravillosas llenas de objetos inútiles y de vacíos emocionales; contribuyendo a la construcción de muros sociales que tapen la vista de las miserias de otras vidas.

Me voy a decidir a seguir inculcándoles los valores que entiendo deben tener: el esfuerzo para alcanzar las metas, el amor hacia ellos mismos y hacia los demás (sobre todo a los más débiles), tener los ojos siempre abiertos para descubrir las maravillas del mundo que nos rodea y que la vida no es un cuento de hadas sino más bien un combate de boxeo.

El resto se lo dejaré a ellos, sin olvidar que debería como padre ser capaz de ayudarles a encontrar sus talentos para que los desarrollen en su vida y sean lo más felices posible, haciendo de este mundo un lugar mejor del que encontraron.

¿Y qué pasa con lo de ganar dinero? (mucho, claro). Mi amigo Tomás dice: el dinero ni se crea ni se destruye, simplemente cambia de manos. Yo añado: para ganar mucho dinero y comprar muchas cosas tengo que invertir mucho tiempo. El tiempo (el mío y el tuyo) se destruye a cada segundo, ya no lo recuperaremos jamás.

Así que, hijos míos: merece la pena llenar la vida de experiencias, no de objetos, y no valoréis a nadie por lo que tiene ni por quien es en la sociedad. A las personas hay que valorarlas por como son. Aquí también tenemos que seleccionar con quién invertimos nuestro tiempo.